Mi héroe

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Pov Poché

Horas antes...

París, Francia. 22:03 p.m.

—Te voy a dejar para que descanses. Yo también te amo, Poché. Con mi alma y vida enteras.— Le sonreí y vice-versa —Buenas noches, cariño.—

—Buenas noches, princesa.— Le respondí.

Le lancé un beso con la mano y luego colgué.

Fui al salón de estar del apartamento de mi mejor amigo, y él, quien estaba sentado en su sillón tranquilamente viendo una serie, volteó y me miró con una expresión divertida en el rostro.

—¿Ya terminaron su sesión de amor por llamada?— Me preguntó molestando y le saqué el dedo del medio.

—Idiota.— Le dije y él rió —Tengo que ir a Colombia, necesito ver a mi novia ya mismo.— Dije desesperada empezando a caminar de un lado a otro por su salón.

—Me estás mareando.— Me dijo.

—¿Tú no extrañas a Paula?— Le pregunté ya casi histérica y aún dando vueltas —Yo extraño mucho a mi prometida, necesito verla o me voy a enloquecer.— Advertí.

Gabriel se paró del sillón y me tomó por los hombros deteniéndome por fin.

—O te calmas y sientas tu gran trasero en este sillón o te noqueo y no revives hasta mañana.— Amenazó.

—¿Sabes que si me noqueas te vas preso por el resto de tu existencia, no?— Le dije divertida y él soltó su agarre en mis hombros.

—¿Sabes? Pensándolo bien, si quieres quédate parada jajaja.— Soltó nervioso y se sentó, yo me empecé a reír negando con la cabeza y también me senté a la par.

Después de unos segundos de silencio finalmente dije —Llama y pide que preparen el avión, salimos en 1 hora.— Me paré del sillón como resorte y Gabriel igual.

—¿Acaso estás loca? Majo, por dios. No puedes hacer eso. Tienes muchos eventos, la organización de tu coronación, la boda, las reuniones con...

—¡Gabriel!— El peli negro se calló —Sé los eventos que tengo, créeme que lo sé. Pero en este preciso momento no me estarían interesando, lo que sí es que deseo y anhelo ver a mi mujer.— Dejé en claro —Así que por favor haz lo que te pedí y deja de cuestionarme en cada cosa que hago, porque sé que lo haces con buena intención pero no lo voy a seguir permitiendo.—

Él solo suspiró y sacó su celular para llamar al encargado de nuestro hangar y hacer lo que pedí.

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—Prepárense para el aterrizaje.— Avisó el piloto por los parlantes del avión.

Abroché mi cinturón y miré por la ventana del avión, en Bogotá apenas estaba amaneciendo.

Eran las 8:23 a.m. y podía jurar que Daniela a esta hora seguía durmiendo.

Al bajarnos del avión nos recibió Jean-Pierre en la camioneta, quien por cierto se quedó en Colombia estas dos semanas junto a mi prometida por petición de las dos.

Coincidimos (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora