Capítulo XXII: EL RUMBO SIN VUELTA.

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El equipo se había preparado, llevaban todo lo necesitaba para el atraco que estaban a punto de realizar, en las mochilas había provisiones de sobra para evitar lo ocurrido con el team Sonic, además de más de 10 galones con combustible extra, aunque eso no era tan necesario, puesto que el control Caos de Shadow podría ayudarlos a salir de inmediato si había un apuro, pero no estaba mal prevenirse. Además del mapa con la ubicación exacta, la cual era casi inútil, ya que tres de ellos conocían exactamente el lugar.

- ¿Estás lista?.- preguntó Shadow tocando levemente el hombro de Amy, quien solamente asintió como respuesta, su piel había recobrado su color natural, pero sus manos aún temblaban debido al miedo de buscar respuestas, o al menos eso creía.

- Estamos listos. - Enunció Sonic con una leve sonrisa al resto del equipo, quienes estaban inseguros de partir, pero eso ya no era una opción; debían encontrar esa mesa lo más pronto posible y cerrar el portal para salvar a Shadow y a ellos mismos.

- Su tiempo se agota, debemos ir ya. - decía Silver tímidamente atrayendo todas las miradas a él, claro que lo habían eliminado de su lista de sospechosos, pero aún no creían al 100% en su palabra.

- Subamos al avión. - indicó Amy tomando las provisiones y colocandolas debajo de los asientos, luego fue el turno de todos, solo debían encontrar un lugar y sentarse; por suerte, la noche pasada Tails y Knuckles estuvieron en vela añadiendo un par de cabinas en la parte inferior del Tornado, lo que ayudaría a que todo el equipo cupiera en ese pequeño avión.

- Iré en el ala.- añadió divertida tomando la mano del erizo, quien gustoso aceptó y la ayudó a colocarse a su lado, teniendo ligeros recuerdos de sus anteriores aventuras, Tails de piloto, Knuckles en el ala derecha, Sonic en la izquierda y ella en el asiento de atrás, observando lo que sucedía.

- ¿Me vas a decir que eso no te molesta?.- inquirió Rouge con tono juguetón señalando al par de erizos, quienes mecían sus pies de adelanta a atrás, esperando a que fuera momento de despegar.

- No, ya pasamos esa etapa. - respondió el chico de negro, al instante que cruzaba sus brazos y recordaba la última pelea que había tenido con su rival de color primario. - Rose es libre de estar con quién quiera, incluso con él.

Fue lo último que dijo, y para su buena suerte, el ruido del motor ahogó las palabras de su alada amiga, quien no tuvo opción más que resignarse a esperar.

Los que iban en las alas se sujetaron fuertemente, Amy le dió una sonrisa de emoción a Sonic, quien respondió guiñando un ojo, como siempre lo hacía. - ¿lista?

- Siempre.

La hélice comenzó a sonar y poco a poco las ruedas se movían, agarrando velocidad e impulso de forma rápida, y en un dos por tres ya estaban en el aire, en dirección a aquella isla, en donde todos sus problemas habían comenzado.

...

- Estuvo delicioso. - habló con un gruñido agudo, el cual les hacía retumbar la cabeza.

- Mira, quien diría que lo disfrutarías... - susurró la fémina dándole la espalda con indignación, puesto que gracias a él habían tenido que posponer todos sus planes.

Ambos animales luchaban con la mirada y de vez en cuando se enfrentaban pecho a pecho, de forma que se querían atemorizar, pero olvidaban que ambos eran leyendas, imposibles de ceder.

- ¿Terminaste? - agregó una voz impostada, digna de todo líder, separando la pequeña pelea de niños. - ¿Podemos seguir?.

Finalizó a punto de ceder a su impaciencia, pues su cuerpo mortal estaba siendo dañado por su alma muerta.

- Los muertos deben alimentarse, si eso no sucede, nuestra fuerza se debilita, ese es nuestro pacto, hazme el favor de no olvidarlo de nuevo. - agregó con tono más severo, haciendo que ambos peleoneros se dieran la espalda, terminando, al menos por ahora, con su minúsculo pleito.

- El viejo no debía ser un problema, era una presa fácil, y lo perdiste por meses, eso no es propio de ti, Paolo. - añadió el líder, recordándole la culpa que tenía en ese aspecto.

- Te he dicho que no ah sido mi culpa. - se quejó el León con una mano en su pecho, como si fuera a morir en agonía. - esos intrusos aparecieron, los malditos dotados se cruzaron conmigo, y el viejo se negaba a alejarse, tuve que consumir su alma primero y cambiarla por otra, tú sabes que era necesario, no podía dejar que me descubrieran.

- Lamentablemente es cierto. - respaldó su compañera. - Esos parásitos me siguieron hasta mi víctima y tuve que confrontarlos yo misma, fueron duros, pero no pudieron conmigo. - se celebró dando un codazo al chico, quien solo se sobó y la miró con recelo.

- Y aún así, los tenemos tras nosotros. - reprendido de inmediato, claro que no le daría el crédito por ganar una batalla, no le pondría su estrellita dorada sin que se hubiera esforzado en verdad.

- Pero mira el lado bueno. - añadió ella. - tenemos a nuestra última víctima, ambos lados juntos, el bien y el mal en una sola y poderosa alma.

...

- ¿lindo, no crees? - Preguntó rompiendo el monótono silencio, la erizo giró levemente su cabeza y lo miró jugueteando con las nubes que rozaban y eran cortadas por el ala del Tornado, quien parecía atravesarlas sin problemas, como si no se tratara de nada.

El cielo se había tenido de un leve color rojizo con degradado rosa, el escenario perfecto para la calma que ellos dos estaban viviendo.

- Demasiado. - respondido Amy con una sonrisa melancólica, devolviendo su pasado a su lugar,  aunque sea por un momento.

- Pero me gusta más el rosa de tus púas.- halagó de forma pícara,  lo que la obligó a sonrojarse, pero luego recordó con quien estaba y le dió un codazo, claro que ellos coqueteaban, pero esta vez algo era diferente.

Ella podía seguir, pero algo la detenía, su antiguo amor hacia el plateado lo hacía, así que no quería continuar.

Pero él tocó su mano y, como un frío cubetazo de agua, el recuerdo explotó y corrió de arriba a abajo, como el confeti al caer; sus colores mutaban y el pasado volvía,  recordó a Socket, su gorra destellaba como siempre y su sonrisa se dibujaba mientras ambos ojos se cerraban con inocencia.

Dejándola echa un río en lágrimas.

Sus mejillas se empapaban y una a una, las saladas gotitas seguían su camino hasta llegar al ala.

Él intentó tocarla, intentó detener ese dolor, pero ella solo se apartó, no tenía miedo del azul, tenía miedo de lo que su mente le hacía recordar.

- Lo siento. - susurró para ella tomando sus piernas y apretandolas, deseando que el dolor físico fuera más que el emocional.

- Perdóname a mi, sabía que no estabas...

- Lo siento, Socket, lo siento. - dijo con una voz trémula, lo que lo hizo retroceder una vez más.

Él no era de apoyo ahora, pero sabía quién si, lo había visto a lo largo de esas semanas, conocía el nombre de la única persona capaz de enfrentarla y frenarla, la única persona capaz de estar cerca de ella sin recibir daño alguno, claro que lo sabía, y aunque le doliera, tenía claro lo que ella necesitaba, ella lo necesitaba a él.

Bajó del ala con ayuda de sus manos y se colocó encima de la cabina del azabache y Rouge, quien se sorprendió al tener que detener su juego de cartas con Vector.

- ¿Qué pasa? - cuestionó la albina mirándolo con impaciencia, dispuesta a sacarle todo el dinero al verdoso amigo.

- Es Amy. - respondió. - hice... hice justo lo que me pediste que no hiciera y ahora está mal. - agregó con temor a recibir un golpe, aunque se había salvado por ahora, puesto que Shadow sólo miró sobre su hombro, como buscando algo indicado para decir o hacer. - ella no me quiere cerca, pero creo que tú puedes ayudarla.

Finalizó con tono bajo a él, buscando encontrar sus ojos rubíes. - Shadow, ella te necesita.

Entonces subió.

✨...✨

Prepárense porque el Shadamy viene con todo.

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