Capítulo XXVII: LA MESA DE PIEDRA.

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Todo el equipo estaba listo, las carpas ahora estaban en el Tornado y ahora su principal tarea era el alimentarse para después tener ese enorme golpe de realidad que tanto les atemorizaba.

El desayuno no era como los de antes, el equipo estaba callado y sólo se concentraban en comer y comer con manos temblorosas; tenían miedo, y eso era extraño, pues muchos de ellos no habían tenido ese sentimiento desde hace mucho tiempo, el temor e incertidumbre de no saber lo que iba a suceder era horrible, además de que la nostalgia los invadía al recordar el terrible pensamiento de que quizá ese podría ser la última comida de alguien del grupo (O de todos).

Las memorias les llegaban uno a uno mirándose mutuamente, todos habían pasado por miles de cosas, Eggman, Metal Sonic, Chaos, Gerald Robotnik, GUN, sus viajes más antiguos llegaron a sus mentes mientras se veían a sí mismos, Mephiles, Zavok, Infinite, todos habían estado juntos en eso, habían peleado miles de veces, se vieron crecer, madurar y prosperar juntos, ellos eran una familia, y sin importar el riesgo, ellos deseaban llegar juntos hasta el final, sin importar lo que pasara.

El sentimiento de fuerza se extendió a todo el grupo, quienes estaban sonrientes al partir rumbo a su caótico destino.

- Siempre serémos un equipo. - habló Sonic en voz alta, viendo con orgullo a todos sus compañeros.

- Sin importar lo que pase. - Añadió Rouge con una sonrisa, tomando el brazo de Shadow, quien asintió mirándolas fijamente.

- Saldremos adelante y venceremos. - aseguró Vector con sus ojos cerrados y su resplandeciente sonrisa.

- Sin importar que... - susurró Silver con una leve sonrisa.

- Juntos somos fuertes, juntos somos imparables. - agregó Amy sonriendo enormemente, como solía hacerlo antes. - vamos a demostrarles que se metieron con las personas equivocadas.

Enunció con alegría tomando la mano de Cream, quien se sintió realizada al ver que su amiga estaba volviendo casi por completo.

...

El team Sonic lideraba al equipo hacia la primera cueva que encontraron, dispuestos a encontrar ese portal ancestral y cerrarlo de una vez por todas; todos los seguían impacientes, ya que con cada segundo que estaban ahí, más escalofríos tenían, pues el lugar no era precisamente "agradable".

Sus posturas se irguieron al observar la cueva frente a ellos, habían llegado a ese lugar tan antiguo, ahora sólo había que encontrar la mesa y cerrar el portal, era sencillo y sería casi sin trabas.

La primera en entrar fue Amy, yendo de lado de Knuckles, quien le ayudaba alumbrando con una enorme linterna el interior de la cueva, viendo los miles de cristales y tallados en las paredes, manteniendo el misticísmo en el ambiente.

Ella se acercó poco a poco al final del túnel, donde yacía esa encriptación en la pared, el retrato de la cena de los muertos.

Ella había leído que para encontrar la mesa "debían recibir el nombre de los antiguos y ofrecer un sacrificio, una gota de sangre, el primer paso para agradar a los ojos de un dios..."

Con delicadeza, Rouge empuñó una pequeña navaja, y se acercó a la rosada, quien asintió en forma de aprobación para que esta cortara su piel y le permitiera sangrar un poco, y así fue, teniendo en la palma de su mano una pequeña línea en el centro, la cual se tiñó de carmín inmediatamente.

- Keneth, Paolo, Fargha, Fharid, espíritus antiguos, dioses ancestrales, guardián de la mesa antigua, de la mesa de piedra, recibe esta ofrenda y permitenos la entrada a este recinto antiguo. - enunció con voz fuerte a quien fuera que la estuviera escuchando, y, justo como lo había leído, el dibujo en la pared se iluminó de un fuerte color turquesa, lo cual le reveló la maravillosa entrada, las piedras se separaron, y el suelo se unía abriéndoles paso en un maravilloso túnel formado por miles de ramas entrelazadas, teniendo en el final aquello que tanto habían buscado, la famosa mesa de piedra.

...

- Han llegado. - informó con agotamiento.

- Es hora de frenarlos, su resistencia nos lastima. - susurró con desesperación, a lo que él dio el revuelo final.

- Egoísmo, ve por ellos, dividelos y preparalos para él; obten tu victoria, y tendrás un lugar especial con nuestro líder, fracasa, y tú destino será el exilio.

- Entendido, no les voy a fallar. - respondió la mapache haciendo una reverencia mientras tragaba duro al recordar la diminuta posibilidad que tenía de fallar.

...

- Por aquí, rápido. - gritaba Espio al resto, llamándolos a acercarse y ver lo que él tenía frente suyo.

Era una piedra enorme y circular, que parecía tan firme como el hierro mismo, a su al rededor había unos grandes hongos que servían como bancos, siendo 4 en total, y ahí estaba, en el centro un enorme aro tornasol que variaba de color con cada giro que daba.

- El libro dice que para cerrar el portal hay que hacer lo mismo que hace siglos, ofrecer un sacrificio de sangre... - les recordó Cream, a lo que ellos retrocedieron, un sacrificio era un problema, y no había opción alguna para dar.

- Seré yo, corta mi mano. - respondió tajante Shadow, a lo que todos retrocedieron asustados.

- No, claro que no. - Se negó Amy de inmediato, algo que le arrebató una sonrisa.

- Perdemos el tiempo, hazlo, es muy poco probable que sienta dolor, además, soy el único que podría sobrevivir a eso y cuando estemos en casa, GUN me ayudará a recuperarla, hazlo, Rose, no tenemos otra opción.

El equipo se miró mutuamente mudos ante lo que estaba por suceder, Sonic tapaba los ojos de los pequeños mientras que Knuckles sostenía con fuerza el hacha, (antes martillo) que Amy le había dado, en lo alto, tomando con fuerza la palma del erizo, quien solo miraba impaciente con algo de sudor cayendo por su frente, deseando que todo eso se detuviera.

Knuckles meció una vez, lo hizo una segunda vez... y a la tercera dió el golpe, firme y fuerte, limpio.

Pero la mano de Shadow seguía en su lugar.

- Jujujum, interesante. - escucharon una voz femenina a los alrededores, quien había desaparecido el hacha con una especie de Magia, además de apartarles la vista por un momento, sólo hasta devolverles ese sentido cuando los tuviera en algún otro lugar; ya no estaban en la cueva, ahora más bien parecían estar en un campo amplio, lleno de margaritas. - los dioses somos egoístas por naturaleza, así que no se molesten por sacarlos de mi hogar. - informó aquel espíritu, integrándose en partes resplandecientes frente a ellos, revelando su bello pelaje castaño y sus líneas detalladas negras, dignas de una diosa. - Soy Fargha, espíritu del egoísmo, y ustedes y yo tenemos cuentas pendientes.

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