Poniendo primera

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Tantas tardes perdidas, tantas noches desperdiciadas. Tantas horas dedicadas a los entretenimientos banales. De haber sabido que tenía a una pervertida en la habitación siguiente, de haber sabido que algún día, me haría una paja mientras me besa sentado en el borde de la piscina, no lo hubiera creído.

Tras sentarnos ella metió su mano dentro de mi malla y comenzó a besarme la boca mientras me la acariciaba a mano pelada, tocándome el pene y los huevos. Sin siquiera ver, a los pocos segundos estaba desnudo y con mi hermana pajeándome al sol, medio abrazada a mí.

- Me gusta mucho tu pija, Tomás. Me sorprende que la tengas rasurada siendo que estas soltero.

- Siempre... me gustó... tenerla así. - Jadié con los ojos entrecerrados, en cambio ella, me miraba la verga con deseo. Debía de tener ganas de mirármela de hace mucho y a pesar de que me besaba, no dejaba de mirármela.

- ¿Te gusta cómo te hago la paja? – Me comía la cabeza con la charla.- ¿Es mejor tu mano o la mía?- Despegando su boca. Yo estaba tan sedado por el conjunto de sensaciones que balbuceé como un ebrio. - Al parecer la mía... Abrí la boquita, Tommy, te quiero meter la lengüita...

Y volvió a meterme lengua hasta la tráquea.

La temperatura no hacía más que aumentar, en especial en mi pija, que Tamara masturbaba incansable. La fricción y el sol abrazador me la estaban derritiendo y eso que empezaba a salir lo evidenciaba. No podía contenerme más, con sinceridad, me latía como nunca antes.

- No puedo más... Tammy, me vengo. - La alerté al ver como mis líquidos pre seminales le ensuciaban la mano. Había dejado escapar una resaca de semen transparente y olorosa que a mi hermana ni la amedrento.

- Es la idea, dejame terminar la paja, larga toda la leche Tommy.

Ella en vez de detenerse, metió segunda en mi palanca y finalizó la masturbación haciéndome venir hacia el agua de la piscina. Su mano habilidosa, digna de artista, quedo sucia de mi leche así como el agua, en dónde se veían los hilillos de semiente flotando libres en la corriente.

- No pudo creerlo, estuvo tan buena.- Le confesé en un jadeo, sin ánimos de vestirme, sintiendo como me seguía pajeando con la mano toda pegoteada. Si seguía cascándomela se le iba a quedar dolorosamente adherida.

- Y esto recién empieza, hermanito. –Me dijo con su característico tono sensual. - De ahora en más vas a ser mi juguete personal. – Y para mi sorpresa, se paso la lengua por la mano, probando un poco de mi semen, saboreándolo. - Ugh, es agrio.

Algo más cuerdo que antes, le dio un chupón en el cuello y luego en la boca a modo de respuesta. Si quería un juguete, solo necesitaría darme cuerda.

Hablando de cuerda, la tarde transcurrió con normalidad. Su juguete personal, quedó en modo de espera. Si pensaban que porque tenía el fetichismo del incesto Tamara no iba a soltar mi palanca de carne ni por un segundo, se equivocan, y me gustaba que fuera así. Habría momentos para todo, como por ejemplo, ponerse al día con la escuela de arte (Tammy uso el resto de la tarde para terminar un dibujo en el caballete) o adelantar en algún videojuego (desempolvé la playstation 4 y retomé mi juego predilecto: Detroit Become Human) La paz continuó hasta el anochecer, cuando pedimos empanadas y una pizza de jamón y queso al delivery.

Comimos bañados, frescos y rebosantes de alegría frente a la televisión, viendo una película de superhéroes en HBO. Me contó en qué consistía el dibujo que estaba haciendo y lo que tendría que hacer después para otra materia, cosa que la abrumaba porque tenía muchos cosplay en mente y no podría hacerlos. Mientras, yo le hablé de mis predicamentos en el último videojuego, donde siempre hacia las peores elecciones.

Hermana OtakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora