Rubia vs. morocha

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 En las montañas rusas una vez que uno llega a la cumbre más alta, no queda más que bajar. Se pueden dar algunas subidas más pero nunca se alcanzará la cumbre máxima. Me preguntaba esa noche, con mis últimos atisbos de razón, si sería la punta de la ola de mi vida sexual o se podía subir aún más.

Los motores no habían más que arrancado cuando nos dimos un beso de hermanos con Tammy hace ya varias semanas, (con foto de comprobante incluida) eso tan solo había sido ver a los barrotes de seguridad bajar y a los rieles rechinar a medida que avanzábamos en subida. Seguimos el curso ascendente por la montaña rusa, admirando el nuevo paisaje que se expandían ante nosotros cuando nos divertimos en una veraniega tarde de piscina, predecesora a nuestra primer revolcada con debut doble incluido, tan intenso como ineludible, ni bien pudimos disfrutar de la casa para nosotros, dando rienda suelta a todas nuestras locuras a salvo del peligro de ser descubiertos por nuestros padres. Tras disfrutar de semejantes curvas sin pausa, con subidas y bajadas excitantes que nos inundaban de emoción, creí que todo iría cuesta abajo, no obstante, casi veíamos las estrellas disfrutando de nuestra primera orgía entre 4, y quién sabe si no era la primera de muchas noches más en las que tocábamos el cielo con las manos.

- No te distraigas. - Me repitió cuando giraba mi cabeza al costado a penas, para ver que hacía mi hermana con su tío, nuestro tío, Nacho.

Y nada de "step-uncle" o "tío político" nada de esas "bullshit" que ponen en el porno para engañar, todo lo nuestro era real, Nacho era el auténtico hermano de nuestro padre, y de refilón, veía como le sobaba las tetas a Tammy, juntándole las gomas para tener los pezones uno al lado del otro, maravillas que se podían hacer con un buen par, como la maravilla que me hacía mi tía política, Valeria.

- ¿Te gusta cómo se siente pibe? – Me preguntó luego de largar un escupitajo entre sus senos, sintiendo la saliva empapándome la cabeza. – A Nacho le encantan mis turcas mojadas.

- Mucho, que buenas tetas. - Susurré sin pudor, disfrutando de cómo me frotaba el glande contra sus pezones mirándome a los ojos. La salivita se volvía caliente y pegajosa por la fricción y me encantaba.

Fue en esos momentos que me hubiera gustado tener un termo de carne como los actores porno negros, así hubiera podido disfrutar de una lamida de pija y el paizuri a la vez (así llama mi hermana a la paja turca o rusa, como las conozcan). Mi pene de proporciones "average" se perdían en sus tetas y mi cabeza asomaba tan solo unos centímetros. Acto seguido, se zambulló, o mejor dicho, tragó mi pene en su boca hasta su garganta, retomando una mamada espectacular, ruidosa y ardiente.

Mientras me la chupaba mi tío seguía viajando de la concha a las tetas, de las tetas a la concha como si nunca hubiera cogido antes, aunque no podía culparlo, yo también era adicto a probar su cuerpo de principio a fin.

- Tío, me vas a paspar toda... que manera de dejarme toda mojada, a tu propia sobrina.

- Si no lo frenas no para nunca, tiene una obsesión oral. - Menciono Vale pasando a modo manual, estirándome el cuero con relajo. – Hay que cagarlo a palos para que deje de chupar, a veces me deja toda colorada, no le importa nada.

-Voy a adelgazar 10 kilos de tanto subir y bajar. - Mencionó Nacho relamiéndose la boca, deleitándose con el sabor a concha. - De hecho, me hace acordar al chiste del mono con la jirafa...

- Amor, no es el momento, siempre haces lo mismo. - Se fastidió Valeria sin dejar de pajearme. Yo no entendía nada, parecía que entre medio del sexo se había colado una rutina de humor.

- Se encuentra el león con el mono, tirado en la selva, agotado, y preocupado le pregunta por qué está así de detonado, el mono estaba hecho mierda.

Hermana OtakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora