El debut anal de mi hermana

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 Primero le llené las nalgas de besos, de esos que dejan marcada la boca, se las estiré y junté como si fuera arcilla que quería moldear con mis manos, luego, con la colita bien abierta, pasé a retirarle el accesorio sexual muy lentamente, para mi sorpresa, era de los grandes, de esos que tiene un tubito fino y al final, algo así como una punta de torpedo.

- Diablos ¿Todo esto tenías adentro? ¿No te duele? – Le pregunté más para sacar conversación picante que otra cosa. Ese torpedo (por llamarlo de alguna manera) al querer sacarlo le estiraba el agujerito como nunca se lo vi estirado, volviendo su asterisco un orificio rosado perfecto.

- Sabía que te iba a gustar, pervertido. Más me va a doler lo que viene después. - Predijo acertada.

- Tranquila, no te me apresures he. - Le repetí lo mismo que me había dicho. - Por ahora estoy admirando el paisaje, ni empecé. – Hablando de admirar el paisaje, continué moviendo el plug como un analógico, preguntándome como lo sentía ella moviéndose en su interior, girando, saliendo hasta estar casi afuera y luego metiéndose de nuevo.

- ¿Te gusta que lo mueva así Tammy? – Pregunté con absoluta sinceridad algo preocupado por cómo se aferraba a la almohada.

- Aunque no quiero admitirlo, se siente cada vez mejor. - Me confesó.

- Entones sigo. – Sin culpa, confiando en que me decía la verdad, seguí viendo su anillito de cuero estirarse con la parte más gruesa y de improvisó, se lo saqué. A Tammy se le escapó un gemidito que no estaba premeditado. – Para que no te duela voy a tratar de lubricarte lo mejor que pueda.

Tras verle el agujerito dilatado unos segundos, metí mi lengua procediendo al inevitable anilingus, haciéndola jadear con los movimientos circulares de mi lengua en su centro, cada vez era más difícil errarle al centro, al tenerlo estirado con mis manos podía meter más de la mitad sin esfuerzo.

- Me sorprende cuanto te gusta lamerme ahí. - Observó muy sonrojada, como si hubiera sido la primera vez que me comía su anito. Sin hacerle caso, fui subiendo y bajando por toda su raya, impregnándome su delicioso sabor, embragándome con su perfume de mujer más recóndito.

- Dame un ratito más y voy a estar a punto, dejame ver que tan lista estas. - Expliqué como si fuera experto en esas cosas y tras chuparme dos dedos, se los colé. Como me imaginé, se notaba que la presencia del juguete por varios minutos le había cambiado la anatomía. En pocas palabras, podía llegar más profundo y más fácil dentro de su culo.

- Uh, uuh, que rico mmmm como me gusta que me coles los dedos, no me quiero ni imaginar lo rico que se va a sentir tu pija entrando y saliendo, haciéndome la colita.

- Mmm que precioso culo, por favor, es perfecto. - La elogié embobado tras ver que entraban hasta mis nudillos casi con facilidad. De tanto jugueteo con su agujero, de tanta exploración estaba palote sin darme cuenta. - ¿Estás lista hermana? Ya me entretuve suficiente.

- Espera. - Expresó estirándose para tomar una botellita escondida debajo de la cama. - Todo bien con la saliva, pero hay que lubricarlo bien, al menos para el primer anal.

- Lubricante, bien, tenés razón. - Acepté echándome un chorrito de la aceitosa sustancia en la verga y luego, en el centro del culito, hasta rebalsarlo que daba gusto. Al instante, lo esparcí por todas sus nalgas dejándoselas brillantes, hermosas a la vista, con cada poro rebalsado de placer.

- Ahí va, ya no doy más.

- Yo tampoco. - Me dijo, arqueando un poco la colita permitiendo que mi glande, le dé un besito por primera vez en la escarapela. La fui metiendo de a poco hasta que el anillo me abrazó toda la cabeza y volví a sacarla, para sentir una y otra vez al ano envolverme la cabeza, una sensación impagable.

Hermana OtakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora