Capítulo 7: Familia

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No podía ver nada. Estaba oscuro. Sentía el aire gélido de la habitación y era domingo, significaba que hoy no habría mucho que hacer. Lo de anoche, era mi veredicto, pero en el fondo de mi ser y conciencia, me sentía feliz por ser amada y más porque en mi corazón, en la idea de ser madre nuevamente, me podía sentir inmensamente feliz. Observé con más detenimiento la habitación, solo percibí la luz que atravesaba una parte de los cristales de la ventana, una pequeña parte abierta, no era mucho, pero pude mirar que ya estaba claro y con nubes, no era mucho. Cerré los ojos para dormir, pero pude porque algo me despertó; la sensación de una cosa rara en mi vientre y también en mi cuerpo. Me sentía feliz y curiosee el reloj. Eran las nueve, me sentía rara de despertarme tarde, me di vuelta y me percaté que Zane no estaba. Sonreí. Supuse que tal vez traería nuestro desayuno a la cama, él siempre quería hacerme sentir mejor, poco o poco escuche unos pasos que venían para acá y al abrirse la puerta, pude ver que era mi marido con una bandeja llena de comida. Me sonrío.

Le devolví la sonrisa con otra. Me sentía satisfecha por estar con él, pero cuando Sofí se enterara me regañaría y peor con sus gritos, pero rápidamente dejé de pensar en eso. Me acomodé con las mantas azules a mi alrededor, sentía frío; y no era extraño, estaba casi destapada; en cambio mi esposo solo tenía unos pantalones de mezclilla desteñidos. Estaba descalzo y sin camisa, mostrando su divino cuerpo escultural; lleno de gracia y exquisitez. Bíceps, pectorales y abdomen excelsos e igualmente sus movimientos de sensualidad y aire de elegancia y encanto de macho. Eso me hacía volverme loca por ese hombre; mi hombre

Se sentó junto a mí en la cama y coloco la bandeja enfrente de nosotros. Zane olía tan bien y su pelo estaba aún húmedo, se había bañado y traía puesto esa colonia que a mí me hipnotizaba. Ese día era...simplemente perfecto

—Ten, mi Cleopatra...hice esto para ti. —me sonrío y me beso la frente. — Espero que te guste—

—Gracias. A veces olvido lo bueno que eres en la cocina, Zane— repuse lanzándole un beso y él me guiñó un ojo

Mi marido también comenzó a comer conmigo, junto a mí en las sábanas de seda azules, mientras comía me puse a pensar en mi papá, Jack. Verdaderamente él no era mi padre, era mi padrastro; pero aun así Jack es un buen hombre, vivía en el pueblo, me encantaba verlo, a todos nosotros. Jack sabía lo que era y fue mi madre. El trabajo de Shepard era de sacerdote, después de la muerte de mi madre y de sufrir muchos golpes dolorosos, agarró los hábitos y se volvió religioso. Un sacerdote.

Él se refugió en Dios y la fe cristiana, él agarró esto como un sitio en donde quitar su dolor y tormento. Al principio era su dolor y miseria, pero poco a poco se convirtió en amor y esperanza en lo religioso para los esperanzados feligreses de la fe católica en la iglesia del pueblo. Jack lo veía como mi papá, no solo yo, mis hermanos y los demás como eso, un padre amoroso y protector. Sofí y yo nunca conocimos a nuestro padre biológico; mi sorella no mucho, pero yo tenía escasos y borrosos recuerdos de él, mi madre siempre antes de fallecer nos describe a nuestro padre de pequeñas. Mi padre había sido de buen corazón, filántropo, un buen esposo y padre. Me entristecía y al mismo tiempo me angustiaba, él había sido asesinado cuando mi hermana menor había nacido en 1814. Pero el temor y la preocupación que nos pudieran hacer daño, mi madre escapó junto con nosotras de nuestra tierra natal Italia en Europa, en los meses después del nacimiento de mi hermana. Yo tenía cuatro años cuando vimos al Nuevo Mundo en un barco. Pasaron años hasta que en 1976 conoció a Jack, se enamoraron y se casaron, años después el 25 de agosto 1980 nació Rick.

Jack era un buen hombre, amo mucho a mi madre al morir y el pobre hombre estuvo casado tres. El primero fue con su primera esposa, Samantha Pierce y según en palabras de Jack, se casaron muy jóvenes y tuvieron muchos problemas. No duró mucho y se alejaron. Su segundo matrimonio fue con Esthela Williams, y así se convirtió en "padre" de los dos hijos de ella, Alexander y Daniella. Adoptó a los dos niños. Lamentablemente, luego de dos años de matrimonio, Esthela y Daniella murieron en un accidente de auto. Y al transcurrir cinco años más Jack conoció a mi madre, Ilusion Lombardi. Se enamoraron, se casaron, y de su amor nació Richard Thomas Shepard Lombardi.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora