Continué mirando a Carter irse a su habitación con Sofí detrás de su sombra, subiendo las escaleras. Él tenía casi el mismo aspecto físico de Troy con músculos en sus brazos y piernas, rostro cuadrada con bordes redondeados, nariz pequeña, y unos perfectos ojos azul pálido, pero también un cabello liso y corto de color caramelo en forma de ángel; con un mechón tapándole uno de sus ojos. Al igual que los demás hombres de esta familia -salvo Alex y Rick-; era alto, y en comparación con mi hermanita, Carter era un gigante y ella una enana, ambos continuaron su camino hacia su habitación y con el movimiento del caminar de ella pude ver cómo se balanceaba su cabello largo hasta los hombros teñido de negro por su espalda. Además, estaba muy bien maquillada, mi madre siempre decía que yo era la rebelde y Sofía la inteligente, pero aun así era una rubia egocéntrica. Y empezó a teñirse el pelo de negro, para verse un poco más ruda, ella siempre se mostraba ser fuerte pero era más frágil que una copa de cristal después de la muerte de mamá, además nunca le gustó mucho su nombre completo: Sofía Bellarmina Lombardi, pero al casarse cambio un poco de parecer al tener el apellido Rhodes y poder estar con el hombre que amaba.
Después de lo que ocurrió Sofía tomó la decisión de venirse a vivir a Connecticut, a White Rose. A estar con su familia. Me seguí acurrucando en el sofá de la sala, entre el cojín y mis piernas. En el jardín pude ver a Rick con Elizabeth sentados en el césped, tenía sus brazos alrededor de ella.
Entonces, escuché a Michael gritar el nombre de su hija.
Rick y Elizabeth se miraron. Mi hermano suspiró y ella solo se rió. Ella movió su mano para acomodar, los risos color castaño oscuro de su frente. Se levantó y fue directo a donde estaba su padre llamándola. Rick se fue con ella. Había sido la última barbacoa del año, porque el clima se estaba volviendo muy frío y los días empezaron a desvanecerse.
***
Más tarde, llamé al hospital y hablé con mi jefa. Había perdido un día, y eso le llamó la atención. Mi jefa sabía cómo era y vagamente, le di una explicación de eso; ella aceptó que perdiera ese turno y que después hablaríamos. Era algo nuevo para mí y pocas veces había faltado, bueno nadie era perfecto y mucho lo era yo.
***
Las últimas semanas de noviembre pasaron veloces para mi familia, y más para mí. Lo mismo era, que no había cambiado nada de mis emociones, en absoluto por cómo seguía mi embarazo, lo único que me distraía de todo eso; era mi trabajo, como enfermera.
Llegué puntual pero algo inquieta, al pequeño centro con mí Mercedes Benz. No tenía muchos conocidos en el pequeño hospital de White Rose, sabía sus nombres, apellidos y rostros pero era solo por el trabajo, igualmente no me tomaba la molestia de conocerlos a fondo. No había mucha gente en los corredores, estaba un poco desértico; algunos doctores residentes y unas pocas enfermeras andaban por ahí. Traía puesto mi uniforme de enfermera y zapatos deportivos. Mientras caminaba por los pasillos y corredores del plantel, solo hacía guardia, no había mucho que hacer solo estar por ahí si una emergencia sucedía, tenía las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón y tarareaba una canción que se me ocurrió, para no aburrirme. Sentía la boca y los labios ásperos, por suerte estaba cerca la zona de descanso para el personal de enfermeros y doctores. A solo diez pasos más a la izquierda, del siguiente corredor y continúe con un ritmo tranquilo y sereno. Era enfermera, porque me gustaba ayudar a quien lo necesitara, y aun así era raro, porque debía enfrentarme a la sangre. ¿Una vampira y la sangre, juntos? Graciosa combinación, pero correcta. No miré para el lado derecho, tenía una cinta que decía "No Pase. Solo Personal De Mantenimiento". Era una de las Salas de Operaciones del hospital, se le habían dañado las luces principales, por suerte teníamos otra en el segundo piso de arriba, pero teníamos que ser muy rápidos para llevar a los pacientes. Continúe mí recorrido por el pasillo blanco esplendor con luces fluorescentes blancas, y por fin llegue a mi destino. Era pequeña, estaba vacía con una mesa y sus sillas, dos máquinas expendedoras, una de gaseosas y otra de golosinas; tanto dulces como saladas, una cafetera y un dispensador de agua. Y no era ni muy pequeña, ni muy grande, solo era a la medida. Suspiré y miré varios y distintos anuncios colocados e impresos sobre papeles de colores neón, tenían muchos colores brillantes. Me parecían creativos y muy expresivos.
ESTÁS LEYENDO
Las Dos Caras de la Luna © ✓
VampireSerie Las Dos Caras de la Luna: Libro I La palabra que mejor describe a los residentes de White Rose, es paz. Un lugar sin vida para algunos, pero el escondite ideal de secretos para otros. Perfectamente consciente de esto es Cleo Shepard. Ella es e...