Capítulo 11: Ausencia y apego

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Entonces comencé a llorar de dolor, porque no sabía cuánto más podía aguantar, mi marido se levantó y vino hacia mí, me abrazó, me apretó contra su pecho; era bueno tenerlo conmigo, pero él también tenía miedo y estaba preocupado, por lo que tal vez nos pasaran a mí y los bebés. Poco a poco descargue mi angustia y mis temores en torrentes de lágrimas pero estaba me acomodaba entre sus brazos fuertes y musculosos con que me abrazaba.

No sé cuánto tiempo duramos abrazados, mientras me consolaba, y lloraba por mi embarazo, hasta que tocaron la puerta deslizante de caoba de la oficina. Nos sorprendimos, Zane me quitó sus brazos de encima; había dejado de llorar, pero solo me quedaba mi rostro húmedo y mis ojos azules aun con agua salada en ellos, me pase las manos en mi rostro para poder secarlos, mientras Zane se levantó y fue hacia la puerta, para ver quién era. Al deslizar la puerta, nos encontramos con Jack Shepard, mi papá. Él nos venía a buscar para la barbacoa. Me levanté del sillón y fui directo hacia él. Vestía su sotana y zapatos cafés. Se notaban sus orejas y arrugas en el cuello, pero su rostro firme y de mandíbula en alto de tez blanca, suave y lisa con vellos diminutos en algunos sitios, me gustaba su rostro sin bigote y barba. Y tanto sus pelo y ojos eran como los de su hijo; ojos color miel, sobre algunas arrugas en ellos y cabello castaño oscuro pero con algunas canas.

Zane y mi padre se saludaron con cortesía. Nos miró a ambos y observó la oficina como si buscara algo en ella, después volvió a nuestros rostros, yo aún tenía el rostro con la expresión de haber estado llorando, sentía miedo de que mi papá lo notara y preguntara qué me pasaba, además él siempre se preocupaba de nosotros. Mi padre continuamente nos trataba como a unos niños, por él creía que por tener más edad que nosotros debía de "cuidarnos". Yo le debía una promesa que mi madre no pudo cumplir, el de ser convertido en un Seivia, mi mamá lo amo, ella se sintió humana estando a su lado y que era el segundo hombre que amo con todas sus fuerzas y que se entregó por amor, después de mi verdadero padre, pero no pudieron estar juntos, porque el destino decidió otra cosa para Ilusión: su muerte. Ahora yo cumpliría con su último anhelo.

Tragué saliva para poder hablar con él, o tal vez que el me ayudara con este problema para mí: mi embarazo

—Hola, papá —saludé con la voz carrasposa

— ¡Oh, hola, cariño! ¿Cómo estás? — comentó cortésmente, palmeando mi cabello

—Bien, papá. — susurré. — ¿Y tú? ¿Cómo te va en la iglesia? —le pregunté

—Mmm, bien, ha estado muy bien. —respondió con una sonrisa

Los tres salimos de la oficina, hacia la sala cerca de las escaleras y frente a la cocina. Zane y yo en el sofá, mientras que Jack se acomodó en el sillón. Nos preguntó a los dos por el trabajo y le comenté que no había ido. Y a Jack eso lo tomó por sorpresa.

—Me sentí mal, me dormí unas horas, y me levanté tarde. — le dije nerviosa

—En serio, bueno me parece raro en ti dormir mucho, Cleo, además a ti no te da sueño en la tarde, desde que te conocí tú siempre duermes bien, hija mía. —comentó algo sorprendido

—No te preocupes, Jack. Cleo ya...está bien— intervino mi esposo, sin nerviosismo en su voz, solo con calma y serenidad

— ¿En serio? — dijo algo preocupado. — ¿Estás segura?

La expresión de su rostro decía mucho.

—Estoy bien. —le aseguré

Jack me miró, pero no parecía convencido. Suspiré y sentí la mano de esposo, apretándomela con suavidad. En eso apareció mi hermano, Troy, acompañado de Chad Corbett.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora