Capítulo 20: La ultima herencia

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La mirada de mi sorella era distinta. Una mezcla de ilusión y esperanza, se reflejaban. Nunca en mi vida la había visto de esa manera, tal vez podríamos ver nuestro pasado y visualizar nuestro futuro. En este diario estaban las últimas palabras de nuestra madre, antes de fallecer.

Sofí no espero un minuto más sin ver el diario de su madre, lo había tomado con mucho cariño y amor, le pasaba los dedos superficialmente sobre su cubierta de color roja oscura, descuidad y desgastada. Deslizaba sus manos tan cuidadosamente, como una niña que por primera vez en su vida un obsequio, y sus ojos amatista tenían un ligero tono de brillo, Era un buen comienzo.

— ¿Dónde fue que lo encontraste?—me solicitó. — ¿Dónde lo hallaste? —me interrogó de nuevo, mientras levantaba su pelo de la noche

Me senté junto a ella; me acomode y empecé a explicarle todo

—Lo hallé a poco...en una caja. Estaba mezclada con las de Navidad —le expliqué rápidamente. —No sabía que pudiese estar ahí, así que me lleve una gran sorpresa al encontrar algo así de mamá...de esta manera. Oculto y bien guardado en una simple y común caja —suspiré—. Además te juro que yo nunca sabia del...en serio. No sabía— le susurré con tono de disculpa; tal vez porque no se lo conté en seguida

Ella no me respondió; se quedó mirando aún más hipnotizada con el diario, con sus ojos llenos de ensueño y anhelo. Por un ínfimo momento Sofí vaciló en contestarme, a lo que le había dicho sobre el diario. Las palabras no le salían de la boca, estaba completamente pasmada y a la vez maravillada por el hecho que tener en nuestras manos el último vestigio que nos había dejado muestra progenitora.

Por fin después de unos segundos, congelados en el espacio, mi hermana habló.

— ¿Lo leíste?—me preguntó, mientras me miraba a su lado. — ¿Lo has revisado?— me preguntó con afán y mucho deseo, de estar al tanto su contenido

—No...aún no, he revisado, además te dije que quiero que lo revisemos juntas —le expliqué

—Es-tá bien...comprendo eso de ti. De...respetar la privacidad— me dijo en un tono muy tranquilo. — ¿Lo podemos revisar ahora mismo? —me preguntó con ambición de saber aún más de él

Vacilé un momento en indagar que tenía en su interior, ¿por qué se yacía ese diario?, la verdad en sí sobre nosotras, de mi madre y de nuestro verdadero padre. Más cosas por averiguar de nuestra efectiva identidad sobre nosotras mismas; pero aun así dudaba sobre examinarlo y si la verdad podría ser más dolorosa que la mentira de nuestras vidas, hechas como sueños por mi madre.

—Mmm, si, ¿por qué no? Abrámoslo—le dije mientras me encogió en hombros. —

Velozmente, Sofí arrancó el seguro oxidado y estropeado del diario con sus pequeñas manos; dos pedazos rotos del candado que había sido su seguro por mucho tiempo, estaban completamente quebrado, tirados como basura en el suelo de mi habitación. Ambos no queríamos esperar, entonces empezamos a revisar las páginas que tenía; viejas, oscurecidas y un poco amarillentas que conservaba la escritura de mi mamá. Sofía y yo nos sorprendimos muchísimo al notar, que la mayor parte del diario estaba en blanco, como si nunca le hubiesen pasado un bolígrafo o lápiz por encima de su superficie.

Este tenía muchas páginas y una por una las revisamos meticulosamente, en busca de alguna pista que nos hubiese dejado nuestra querida madre antes de irse. Cada página del diario, lo revisamos hasta que nos detuvimos casi al final. Unas pocas letras que estaban escritas en forma de título en el medio de una de las finales, aparecieron. Era una caligrafía fina y hermosa; era su letra. Fina, delicada y hermosa. Como había sido ella en vida. Al verla nos llenó de agitación y esperanza el corazón.

Las Dos Caras de la Luna © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora