✨CAPITULO 10✨

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El sonido del despertador me despertó bruscamente, pero lo apagué con un golpe sordo al instante pues sabía lo que me tocaba. Había permanecido un par de horas durmiendo de lado, por lo que supuse que estaría bien ponerme boca arriba. Con un suave movimiento de mis brazos conseguí colocar mi espalda contra la cama, por lo que me quedé mirando al techo, pero eso no duró mucho cuando cerré los ojos deseando volver a dormirme rápido. Sin embargo, unos suaves golpes en la puerta de mi habitación me hicieron abrir los ojos de nuevo y alzar un poco la cabeza para comprobar si los había imaginado o no. Pero no lo había hecho.

Observé cómo la puerta de mi habitación se abría lentamente, y poco a poco fui descubriendo la silueta de Lisa en la oscuridad. Se quedó un momento de pie en la puerta, y después se acercó a mí lentamente.

– ¿Te importa si duermo contigo esta noche? –Durante un instante creí que me había dormido y que estaba soñando, pero no era así –Si no te molesto, claro –añadió con una sonrisa tímida que sólo consiguió ponerme nerviosa.

No pude hacer más que asentir, por lo que cuando rodeó la cama y se echó a mi lado, un poco apartada de mi cuerpo para darme espacio, sólo fui capaz de observarla fijamente. Ahora que la tenía cerca era capaz de verla a pesar de la oscuridad de la habitación. Veía claramente el brillo de sus ojos y la sonrisa tímida que aún adornaba su rostro, pues se había tumbado de lado y, como yo tenía la cabeza ladeada, nos encontrábamos cara a cara. Unos segundos después, en los que esperé vanamente que me diera una explicación a su comportamiento, volví a mirar al techo, y a pesar de que intenté cerrar los ojos, no me sentí capaz de hacerlo.

Percibí un leve movimiento a mi lado, pero no me moví. Esperé, y me sorprendí cuando percibí que la mano de Lisa se entrelazaba con una de las mías, lentamente y de forma muy suave. Sus dedos se colaron entre los míos y comenzaron a acariciarme el dorso de la mano consiguiendo que se me estremeciera el cuerpo entero. Aquel contacto era tan cariñoso y tan íntimo a la vez que, de forma totalmente súbita, mi corazón comenzó a palpitar con fuerza; incluso era capaz de escuchar mis propios latidos. Ladeé de nuevo la cabeza, esperando encontrarla mirándome como antes, pero no fue así. Había cerrado sus ojos, había colocado su otra mano bajo su mejilla y respiraba de forma acompasada, como si estuviera dormida. Y lo estaba. Por ese motivo me permití mirarla y deleitarme con su imagen, siendo consciente de que quizás aquélla sería la única oportunidad que tendría para hacerlo tan detenidamente. Permanecí despierta mucho rato, sintiendo la cálida palma de la mano de Lisa contra la mía y observándola dormir y, poco a poco, y sin que apenas me diera cuenta, yo también me dormí.

Aquella noche me desperté, y también desperté a Lisa, varias veces, pues tenía que cambiar de posición seguidamente, pero a ella no pareció importarle. Cada vez que me movía me daba espacio para que lo hiciera, pero cuando volvía a quedarme quieta, siempre encontraba una manera de volver a contactar físicamente conmigo. Por eso, cuando me coloqué de cara hacia ella volvió a sujetar mi mano con la suya, y yo permití de buen grado que lo hiciera.

Por la mañana volvió a despertarme el sonido del despertador. Me encontraba boca arriba de nuevo y, cuando me moví para apagar el dichoso aparato, me encontré con que Lisa había separado nuestras manos, pero no sólo eso: no supe si lo había hecho intencionadamente o no, pero tenía su frente apoyada contra mi hombro y una de sus manos sobre mi pecho. La observé detenidamente unos segundos, y después alargué mi mano hasta que pude apagar el sonido del despertador.

Estaba atónita. ¿Cuándo se había acercado tanto a mí? Sin embargo, la pregunta que más me atosigaba era: ¿lo había hecho expresamente o se había movido en sueños? Fuera cual fuera la respuesta, estaba segura de que me gustaría. No quería molestarla y, realmente, tampoco me apetecía levantarme, pues sólo eran las diez y media. No obstante, si me quedaba en la cama era preciso que volviera a cambiar de postura. Alejé su mano de mi pecho lentamente, intentando no despertarla, y con mis brazos hice fuerza para colocarme de costado. Cuando estuve situada de nuevo, respiré hondo y apoyé de nuevo la cabeza contra la almohada, encontrándome después con los ojos medio abiertos de Lisa.

𝑆𝑂 𝑆𝐻𝐸 𝐷𝐴𝑁𝐶𝐸𝑆 [Jenlisa - Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora