Salí del ascensor moviendo las ruedas de mi silla con lentitud, sin tener ningunas ganas de ir a rehabilitación. Total, ¿de qué me serviría? Ya hacía tiempo que me había hecho a la idea de que pasaría el resto de mi vida postrada en aquella dichosa silla de ruedas. Suspiré y salí a la calle, agradeciéndole con un movimiento de cabeza a uno de los vecinos que se encontraba allí que me hubiera abierto la puerta de la calle. Me detuve un segundo y me aseguré de llevarlo todo: la cartera, mi libro sobre las rodillas y el teléfono móvil que raramente usaba.
Moví la silla hasta el paso de peatones más cercano y crucé la calle en cuanto me aseguré de que no venía ningún coche. Una vez estuve en la otra acera, me quedé observando el bloque de pisos que tenía delante. En ése edificio era donde vivía ella, la chica a la que solía espiar por las noches. Suspiré y sacudí la cabeza intentando mentalizarme de que ella jamás sería para mí.
Me sobresalté cuando un hombre que hacía footing se chocó contra mi silla sin ningún tipo de cuidado, consiguiendo desequilibrarme por un momento y que el libro que llevaba sobre mis piernas cayera al suelo.
–Lo siento –fue lo único que me dijo para después limitarse a seguir corriendo sin inmutarse.
Le dediqué una mirada enfurecida que no sirvió de nada, y apreté los puños cuando vi mi libro tirado en el suelo. Lo más divertido fue que ninguno de los transeúntes tuvo la decencia de detenerse durante un mísero segundo para recogerlo. Me estiré todo lo que pude al inclinarme para recogerlo, pero sólo conseguí rozarlo, así que moví la silla para acercarme más, pero fue inútil. Entonces, de repente, alguien se agachó a mi lado, recogió mi libro y me lo tendió. Alcé la cabeza para agradecerle el gesto, y cuando vi que esa persona era ella, me quedé sin palabras.
–Aquí tienes –me dijo con la mano extendida para entregarme el libro y con una hermosa sonrisa en el rostro que consiguió ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.
–Gracias –farfullé, colocándome el libro sobre el regazo de nuevo.
Ella se puso en pie sin dejar de sonreír, aunque frunció el ceño cuando volvió a hablar.
–He visto lo que ha hecho ese cretino y, créeme, he estado a punto de darle una patada en el trasero por haber sido tan imbécil contigo.
Parpadeé seguidamente, sorprendida, sin saber de qué me estaba hablando.
–¿Disculpa?
–Sí, el hombre que ha chocado contigo –me explicó volviendo a sonreír. Yo, por mi parte, me limité a asentir en silencio, sintiendo que no podía apartar mis ojos de ella. –En fin, ya que somos vecinas, tal vez debamos presentarnos. Me llamo Lalisa, pero puedes decirme Lisa –me tendió su mano, consiguiendo que me rebotara el corazón en el pecho.
–Jennie –murmuré, sorprendida hasta más no poder, estrechando su mano con la mía.
En ese momento caí en la cuenta de que ella me conocía, pues acababa de decir que éramos vecinas. Por lo tanto, sabía que era yo la que la miraba todas las noches cuando se ponía a bailar, así que me sonrojé violentamente y comencé a sentirme como una acosadora.
–Me alegro de conocerte personalmente, al fin –me comentó.
Carraspeé con incomodidad y agaché la mirada, nerviosa.
–Yo... eh... espero que no creas que soy una acosadora o algo así... Sólo...
Lisa se rió suavemente y negó con la cabeza, restándole importancia al asunto.
–No tienes por qué preocuparte. No me molesta que me mires. Sé que lo haces sin maldad.
Asentí en silencio y miré mi reloj, dándome cuenta de que aquel día llegaría tarde a rehabilitación. No obstante, no pudo importarme menos.
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𝑆𝑂 𝑆𝐻𝐸 𝐷𝐴𝑁𝐶𝐸𝑆 [Jenlisa - Adaptación]
Fiksi PenggemarPorque verla bailar era su remedio y su esperanza. ⚠Esta historia no es mía, es solo una adaptación, todos lo créditos para la autora y creadora original⚠ 🔸️Autora: Romy92 💛Capítulos largos