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Salgo corriendo del baño cuando escucho sonar reiteradas veces el timbre

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Salgo corriendo del baño cuando escucho sonar reiteradas veces el timbre. Me acomodo la bata antes de atender por el teleportero.

— ¿Hola?

— Hola Doutzen, estoy abajo.

— ¡Arthur! Ya te abro.

— ¡Soy Charles!— exclama. Largo una carcajada mientras aprieto el botón para que la puerta abra. Minutos después entra por la entrada de casa. Las voces de ellos dos son tan similares que cuando me llaman tengo que ver dos veces el identificador para saber quien es, lo mismo pasa cuando se ríen. — me olvidé las llaves— dice cerrando la puerta y colgando su abrigo mojado por la lluvia de afuera. Suelta un chiflido cuando me ve parada en el medio del recibidor.

— Me estaba bañando.

— ¿Así pensabas recibir a mi hermano?— me señala de arriba a bajo— digo, estas esplendida, pero solamente yo quiero verte a si.

— Lo que digas— ruedo los ojos volviendo al baño. — deja de mirarme el culo.

— Es imposible.— lo oigo antes de cerrar la puerta.

Una vez ya bañanda sin interrupciones, camino a la cocina donde Charles se encuentra bailando al ritmo de L.O.V.E de Frank Sinatra,  y cocinando a la vez.

— Veni— me agarra para bailar con él — esta canción me encanta.

Nos movemos por la habitación, gritando, riendo y disfrutado de una maravillosa copa de vino hasta que la canción llega a su fin.

— ¿Que estas cocinando?— le pregunto desde la barra.

— Pollo con crema, puré de papas y ensalada, ¿te gusta?— asiento con la cabeza — que bueno, porque no quería molestarte mientras te bañabas, pero se hacia tarde y los negocios cerraban.

— No había problema, cualquier cosa esta bien. Por cierto, ¿cómo te fue en el entrenamiento?

— Bien, cada vez falta menos para volver— responde contento — es en Turquía la próxima carrera.

— Wow, impresionante. ¿Viajas directamente de acá o antes pasas por Italia? — acomodo los platos y vasos sobre la mesa.

— A Italia el martes, vemos las estrategias y después ya nos vamos. — pone la fuente de comida en el centro de la mesa y sirve los platos — ¿te gustaría acompañarme?

— Me encantaria — sonrie — pero no puedo darme el lujo de faltar al trabajo cuando hace poco empecé.

— Sabes que no hace falta que trabajes, te lo dije mil veces.

— Y mil veces te que no voy a dejar, cuando corras más cerca voy a ir.

— Bueno— murmura.— ¿Aunque sea vas a verla?

Nosotros En Mónaco; Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora