O12

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  — Charles, podrías abrir

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  — Charles, podrías abrir. — le digo mirándolo por el espejo mientras me termino de peinar.

— Ya voy — sale de la habitación acomodándose la bandana de la cabeza.

Hoy vienen a comer un par de amigos de Charles para conocernos y esas cosas. Cuando mis amigas se enteren que hicimos un almuerzo con sus amigos, me van a cortar la cabeza; aunque ellas no pueden quejarse, fueron las primeras en conocer a mi querido esposo.

— ¡Amor! — grita Charlie por el pasillo de las habitaciones— llegaron los chicos.

— ¿Estoy bien así?

— Si, estas muy linda. —asiento estirando mi blusa, quitando alguna arruga inexistente. — seria en vano que te diga que no estés nerviosa, pero igualmente voy a hacerlo. — dice sujetando mis mejillas— no estés nerviosa, solamente son  los chicos.

— Esta bien— murmuro— vayamos con ellos.

Agarra mi mano guiándome al comedor donde cinco hombres se encontraban, entre ellos Max, el único conocedor de la verdad.

—Chicos— Charles llama su atención— ella es mi esposa Doutzen. Douzie, ellos son mis amigos.

— Hola— los saludo con una sonrisa. Uno a uno empiezan a presentarse.

— El más importante soy yo— dice un rubio— Pierre.

— Lo sé,  tu amigo me habló mucho de vos.

— ¿Amigo? No amor, Charlito es mi novio. Lamento decirte que sos la segunda.

— No amor, la segunda sos vos porque yo soy la esposa.

El comedor se llena de risas gracias a nuestra escena. Charles me mira con una sonrisa, parece que el difícil era este francés de pelos locos.

— Es la indicada— le murmura siendo poco disimulado.

— Lo sé — escucho al monegasco detrás de mi.

Carlos, su compañero de equipo, y yo hicimos pasta a la carbonara, especialidad de los dos. La verdad es que todos los amigos que conocí hoy son muy amables y divertidos, me doy cuenta que se conocen de años por el deporte. Lo cual me parece fantástico.

— Me doy cuenta que lo queres— Max entra por el balcón.

— Nos llevamos bien— me limito a decir.

— Conmigo no tenes que fingir— quedamos frente a frente apoyados en el paredón del balcón— lo miras con mucho cariño.

— Le tomé cariño, no podría convivir con alguien a quien no aprecio. — veo como su rostro se deforma al no obtener la respuesta que quiere. — Después de todo tengo que mirarlo con amor, ¿Que clase de esposa sería si no lo hiciera?

— Doutzen...

— No sé que es lo que querés.

— Que no lastimes a mi amigo, él sí te quiere.

Nosotros En Mónaco; Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora