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— Si es un chiste no lo entendí. — mi mamá es la primera en hablar luego de haberles dicho la noticia.

— Contexto, por favor.

— Estoy casada, me casé. — repito.

— ¿Como se llama?— pregunta papá. Él es el más calmado, esta con Grace en el regazo acariciándola. — Mostrame una foto.

— Se llama Charles— desbloqueo el celular y voy a galería para buscar las fotos que nos sacamos hace unos días. Sabíamos que al anunciar nuestro matrimonio, nos pedirían ver fotos del otro, así que ya estábamos preparados.

— Hija, tu marido es muy famoso — Thomas, mi progenitor, comenta luego de analizar la foto sacada en el balcón del departamento.

— Lo se, pero no lo supe hasta la cuarta cita— me rio aliviando el ambiente. — más allá de ser famoso, es un buen hombre y lo quiero mucho.

— Obvio que lo querés, por algo te casaste. — dice mi hermana— es libra y vos Géminis, son compatibles. Lo acabo de buscar en Google, no me miren así. — se defiende de las miradas reprochantes — después pregúntale a que hora nació para hacerle la carta.

Malvina y yo nos interesamos mucho en la astrología y todo lo que tiene que ver con eso, pero ella más que nada. Yo hago la carta por internet para saber ascendente, sol y luna, más de ahí no entiendo. Encambio Malvi entiende mucho más de los planetas, las casas.

Es sorprendente que se lo hayan tomado baste bien, pero la cosa es cuando les diga que el viernes me mudo a Mónaco.

— ¿Cuando lo vamos a ver?

— Quizás el próximo mes— veo como Charles me mandó diez audios. Algo no anda bien.  — igual tengo otra cosa que contarles — grito desde la cocina preparando café con masitas finas. Todo con tal de alargar el momento de mi muerte. Llego a la mesa repartiendo las tazas y dejando el plato en el centro de la mesa. — nos vamos a mudar juntos... en Mónaco.

Todas las sonrisas generadas durante unos segundos desaparecieron igual de rápido. Supongo que esperaban que viviéramos en Londres, pero no será así.

Yo tampoco sé porque me estoy mudando, quizás es lo que necesitaba en este momento de mi vida para que todo deje de ser tan monótono. Desde siempre intenté que mi vida nunca sea una rutina, huí de las responsabilidades y relaciones a largo plazo hasta que Grace llegó a mi vida. Ahí hice clic, terminé la carrera y busqué trabajo para darle la mejor de sus siete vidas.

— Monaco es muy hermoso, ustedes más que nadie lo saben. — no se si en algún momento lo dije, si es así lo repito, pero Mónaco fue el lugar donde mis papás se conocieron, para ellos es un lugar mágico de puro amor. — asi que siempre van a ser bienvenidos.

— Estoy muy feliz por vos hermana—Malvina me abraza — siempre voy a estar apoyándote en tus decisiones.

— Gracias Malvi— le muestro mi mejor y sincera sonrisa.

— Lo único que podemos hacer es alegrarnos — mis papás me abrazan— si necesitas que te ayudemos con la mudanza o cualquier cosa solo decilo.

— Gracias.

— Y acordate que no te mereces menos de alguien que te gustde las arvejas antes de ponerla en la ensalada o te prepare otra comida si no te gusta lo que hay.

Me rio. Esas son las mínimas cosas que mi papá o mamá hacen e hicieron por mi siempre.

— Si papá, lo sé.

A las diez de la noche Grace y yo llegamos al departmento. En el camino escuché los audios que Charles me había mandado por la tarde, aunque no era precisamente él.

— Hola Doutzen— me pongo el celular entre la oreja y hombro, mientras acomodo mi cocina. — ¿puedo decirte Douzie? porque Doutzen me parece muy seco.

— Si, Charles— me rio— por cierto, que lindos audios.

— Dios, que vergüenza. Ellos son mis hermanos Lorenzo y Arthur.

— ¿Entonces se tomaron bien la noticia? — me acomodo en mi cama junto con mi té de manzanilla, Grace se adueña de los pies de la cama.

— Mas que bien — suelta una risita— mi mamá se muere por conocer a la pobre santa que se adueñó de mi alma — largo una carcajada y él hace lo mismo— y no hace falta decir que mis hermanos también están encantados. ¿A vos como te fue?

— Esperaba más escándalo, pero después de haberles dicho lo buen hombre que sos se quedaron tranquilos. También quieren conocerte, para ellos vos sos la víctima de la relación.

— Que graciosos, pero para mi familia vos sos la víctima de la relación.

— Hoy mis hermanos y yo le fuimos a comprar una cama para Grace, es color crema. Espero que le guste.

Muerdo mi labio con la intención de no sonreír, pero este hombre lo hace difícil. No puede empezar a gustarme Charles, más allá de atracción física, solo porque tiene los detalles más tiernos y atentos con nosotras.

— Gracias Charles, no hacia falta.

— No es nada, lo hago para que no tengas que trasladar muchas cosas de tu departamento. Por cierto, ¿que va a pasar cuando te vayas?

— Va a quedar amoblado, no creo alquilarlo.  Además ya tengo in lugar para quedarme cundo venga a ver a mi familia.

— ¿Le contaste a tus amigas?

— Si— suspiro— fue por videollamada antes de llamarte a vos porque no están en Londres. Les expliqué todo, no pueden decir una palabra y además me entendieron como siempre lo hicieron.  ¿Tus amigos?

— No pueden creerlo— se rie— pero no saben la verdad y es mejor así, están muy sorprendios y feliz. Vas a parecer una celebridad cuando llegues, todos quieren conocerte.

— Me alagan— nos reímos.

— Ah, me olvidaba de contarte algo — dice. Le indico que siga hablando. — Arthur, Lorenzo y yo viajamos a Londres el viernes para ayudarte con la mudanza.

— Eso es muy lindo, pero no hace falta.

— No importa, estamos... están muy emocionados de ir a ayudarte.

— Los esperamos entonces, nos vemos.

— Chau Doutzie, besitos a Grace.

Nosotros En Mónaco; Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora