Capítulo 1 SUEÑO

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La suave brisa golpeaba su rostro mientras mantenía su mirada fija hacia el horizonte, donde los primeros vestigios del amanecer comenzaban a detallarse. Siempre le había fascinado la manera tan simple en la que estos momentos de paz conseguían relajar su alma.

Para ella era como una fuerte sincronía, una complicidad con su destino que le permitía sentirse tan unida a todo lo que la rodeaba, como si el universo estuviera a su favor. Porque para ella así era, en su mente el universo había conspirado para colocarla justo en el momento en el que hoy se encontraba.

Dio un sorbo a la taza humeante que sostenía entre sus manos, sintiendo como el líquido caliente se deslizaba suavemente por su garganta inundando su cuerpo con esa sensación de bienestar.

Como deseaba ser capaz de poder congelar esos instantes y guardarlos para ocuparlos en los días o momentos que no eran del todo buenos, pero, aunque sabía que no podía hacerlo, tampoco se quejaba porque así cuando llegaba el momento de poder vivirlos se daba el gusto de disfrutarlos al máximo.

Esa era una de las cosas que había aprendido de ella durante todo el tiempo que llevaban juntas, a vivir al máximo el momento, a fin de cuentas, como ella le decía “Nunca sabemos cuando el destino se torne caprichoso y nos depare algo diferente”.

—Imaginé que te encontraría aquí – aquella voz la sacó de sus pensamientos, regresándola a la realidad, como tantas veces antes — ¿En qué tanto piensas? – le preguntó al tiempo que tomaba asiento a su lado en la banca colgante que habían instalado en la terraza para admirar los atardeceres desde ahí.

Sin apartar todavía la mirada del horizonte, sonrió al sentir su mano acariciando su mejilla e inclinó ligeramente el rostro al tiempo que cerraba los ojos y se permitía disfrutar de su cálido tacto unos segundos.

Levantó el rostro y giró abriendo los ojos para encontrarse con aquella mirada intensa que parecía ser capaz de leer y descifrar su alma incluso mejor que ella misma. Miró sus ojos, aquellos ojos verdosos que en menos de un segundo se habían convertido en su mundo entero.

—¿Recuerdas el día que nos conocimos? — le preguntó a la mujer sentada junto a ella.

—Sí… — respondió con una sonrisa, esa misma que la volvía loca cada que se dibujaba en su rostro — Recuerdo haber chocado contigo en la entrada de aquel café…

 
 
El sonido de la alarma la hizo sobresaltarse en la cama, estiró su mano hacia su mesita de noche intentando tomar el aparato que se empeñaba en taladrarle la cabeza con aquel sonido. Cuando lo alcanzó y puso silenciarlo tomó su almohada cubriendo su cabeza. Había sido una noche complicada, el estar a solo unos meses de graduarse solo conllevaba a interminables tareas y trabajos que con suerte le dejaban unas pocas horas para dormir y si a eso le sumaba aquellos sueños tan extraños que últimamente estaba teniendo, su descanso se reducía a ser algo simplemente nulo.

Aunque aquellos sueños no le resultaban nada desagradables sino al contrario le transmitían tanta paz, lo cierto es que si le dejaban una sensación extraña que no lograba identificar como nostalgia o ansiedad, y también era cierto que por momentos deseaba enormemente y con todas sus fuerzas poder quedarse en ellos, justo como en ese momento.

—¡Daniela! — escuchó que la llamaban a la distancia — ¡Daniela, es tarde! — el grito junto con los toquidos en su puerta la hicieron encogerse entre sus sábanas, se negaba totalmente a salir de su cama — Daniela, es la última vez que te hablo — nuevamente tocaron a su puerta — ya es tarde y tengo que irme. Te dejo el desayuno y será mejor que te levantes si no quieres perder tu primera clase. Nos vemos en la noche.

Daniela descubrió su cabeza de debajo de la almohada al escuchar la puerta de la entrada cerrase y el silencio que acompañó el lugar seguido de eso. Juliana, su hermana se había marchado al trabajo.

Tiempo y DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora