Capítulo 13 Una Promesa

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Daniela llevaba varios minutos completamente pasmada y con la vista fija en el espejo, el reflejo ya no era el mismo, aquellas paredes pintadas de azul como el cielo adornadas con cuadros, los muebles de madera oscura, todo había cambiado, ahora el reflejo delante de ella era el de su propio cuarto, aquella silueta que parecía estar cubierta por un velo se había ido junto con el haz la luz que emanaba del contorno del espejo.

Lo único que había quedado era ese extraño sentimiento de nostalgia que le embargaba el pecho y el eco de aquella voz, que le pedía desesperadamente que no se fuera, resonando una y otra vez en su cabeza.

Y vaya que Daniela no quería irse, pero simplemente no sabía cómo lograr que se quedase.
Respiró profundamente varias veces tratando de calmar los latidos desaforados de su corazón, parecía cómo si hubiese corrido varios kilómetros deteniéndose abruptamente por la falta de aire.

—Fue real — se dijo a sí misma en un susurro cerrando sus ojos, tratando de recordar todo lo que había sucedido hacía tan solo unos minutos.

Recordó paso a paso todo lo que había hecho luego de que se despidiera de Johann una vez que el chico la hubiese dejado en su casa.

Entró a su casa extrañada por el silencio que reinaba.

—Juli, ya llegué — dijo en voz alta esperando a que su hermana contestara para saber en que parte de la casa se encontraba, pero no escuchó ningún ruido.

Caminó hacia la sala y encontró una nota sobre la mesa de centro, la tomó y leyó el mensaje que Juliana le había dejado.

“Dani, fui a cenar con unas amigas, te estuve llamando, pero tu teléfono me mandaba a buzón. Por favor, avísame en cuanto leas esto para saber que llegaste bien a casa. Te quiero, Juliana”.

Extrañada sacó el celular de su bolso notando que efectivamente estaba apagado, no recordaba haberlo apagado en ningún momento.

Restándole importancia lo encendió y esperó unos segundos a que el servicio se restableciera.

Comprobó las notificaciones que comenzaban a llegar, fua a la conversación con Juli viendo el mensaje que su hermana le había enviado y rápidamente le escribió avisándole que ya estaba en casa y todo estaba bien. Le explicó que su teléfono se había apagado y no se había dado cuenta, Juliana respondió luego de unos minutos.

Juli.
Ok Dani, al menos ya estás en casa.
Yo llego en un rato más, cualquier cosa me llamas.

Daniela.
Está bien Juli, diviértete.

Bloqueó su celular y caminó hacia su recámara, tomó su pijama y se cambió para luego recostarse en la cama, no entendía el por qué, pero se sentía realmente cansada.

No pudo evitar pensar en la plática que habían sostenido Johann y ella con el señor Duncan hacía una hora en aquella cafetería.

“Johann tenía razón” pensó para sí misma “El tipo vaya que te deja pensando”.

Seguía dándole vueltas a toda aquella plática preguntándose qué tanto de verdad había en aquel hombre que hablaba sobre el tema con una seguridad infinita.

Sin pensarlo mucho se puso en pie y fue hasta su escritorio, tomó la libreta dn la que escribía sus pensamientos y que para ella simbolizaba un diario de sus desvaríos, como ella comenzaba a identificarlos, dispuesta a escribir todo lo sucedido aquel día.

Cuando llevaba ya un par de páginas sintió un ligero mareo seguido de un curioso zumbido, pensó que se debía al cansancio que tenía por lo que decidió ignorarlo.

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