Capítulo 2 La llamada

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Abrió los ojos lentamente sintiendo la suavidad de las sábanas, sabía que por la hora el otro espacio de la cama se encontraba vacío, aún así, se giró y palmeó el hueco, podía sentir todavía la tibieza en la tela y ese inconfundible olor que se adueña de todos sus sentidos al momento en el que se filtraba por sus fosas nasales.

Se permitió disfrutar de ese momento por unos minutos antes de abrir los ojos y levantarse, buscó la bata que había terminado en el suelo la noche anterior para cubrir la desnudez de su cuerpo, entró al cuarto de baño para mojar su rostro un poco y no pudo evitar sonreír a su reflejo en el espejo, una imagen que no ocultaba el amor que desbordaba por cada poro de su piel, un amor que con el paso del tiempo no había hecho sino crecer cada vez más.
Salió del cuarto para buscarla en el único lugar en el que sabía podría encontrarla a esas horas. Alcanzó a ver el reflejo del amanecer y los primeros rayos de sol colándose por el ventanal, su figura sentada en la banca de la terraza.

Se acercó sin hacer ruido y se permitió observarla en silencio, su tersa y clara piel parecía brillar aún más con cada rayo de sol que la cubría, tenia su cabello castaño algo desordenado, señal de que no hacía mucho que se había levantado. En sus manos sostenía su inseparable taza de café, tenía la mirada fija en el horizonte señal de que sus pensamientos estaban muy lejos de su presente.

Se acercó a ella llamando su atención y sentándose a su lado, se permitió acariciar su mejilla mientras ella la presionaba contra su mano sintiendo la calidez de su piel, ella volteó su rostro y la miró con esos ojos avellana que la habían enamorado en el acto.

Recordaba a la perfección su primer encuentro, aquel choque afortunado que le había cambiado la vida por completo.

—Nunca te conté lo que me pasó aquel día ¿verdad? — negó mirándola curiosa — Bueno, era mi primer día en la ciudad, había decidido tomarme unas vacaciones — escuchaba su relato con atención — Recuerdo que cuando llegué al hotel sentía una enorme necesidad de salir. Me coloqué el abrigo y salí a recorrer las calles. Después de una larga caminata llegué al café. Un hombre muy amable me dio un vaso de café y cuando estaba por salir, me distraje, fue cuando choqué contigo — finalizó con una sonrisa.

—No puedo creerlo — contestó devolviéndole el gesto — Esa fue la primera vez que decidí ir a ese lado de la ciudad. Me acuerdo que di un par de vueltas por el parque que estaba al centro y terminé sentándome en una de las bancas junto a un hombre que alimentaba a las palomas, hacía frío y él me recomendó ir al café, me dijo que el lugar era mágico y siempre traía consigo sorpresas y fue justo dónde te encontré.

—Bueno, creo que nos trajo una grata sorpresa a ambas… — la castaña volvió a sonreír al tiempo que acercaba su rostro, podía sentir su cálido aliento sobre sus labios, la sintió acercarse más lentamente hasta que…

—María José… — alguien sacudía suavemente su hombro.

—Mmmm — murmuró aún entre sueños.

—Poché, hija ya es tarde… — María José levanto la cabeza de la almohada aún con los ojos entrecerrados tratando de ubicar el lugar en el que se encontraba — Hija — escuchó la voz de su padre — Poché, ya es tarde para la escuela — cogió el celular que estaba a su lado viendo la hora, abrió los ojos cuanto pudo al percatarse de que ya iba tarde para su clase.

—Maldición, me quedé dormida. ¿Por qué no me hablaste antes? —le reclamaba al hombre mientras se levantaba y buscaba su ropa para salir corriendo al baño y ducharse en tiempo récord.

—Pero si llevo como media hora llamándote y tú nada que hacías caso — le decía el hombre entre risas al ver la desesperación de su hija que tropezaba con todo lo que se encontraba a su paso.

Tiempo y DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora