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Heeseung soltaba maldiciones de vez en cuando, tirando su cabeza hacia atrás y jalando ligeramente de los rubios cabellos enredados entre sus dedos.

Jungwon chupaba lo que podía dentro de su boca, el resto del falo lo cubría con sus manos.

-Maldita sea -siseó el mayor cuando sintió al pelinegro ejercer presión con su lengua sobre su glande.

Yang succionaba con fervor, buscando el placer de su hombre y logrando que éste mismo se liberara en su boca.

El menor tagó la esencia y se enderezó sobre sus rodillas.

-Eres malditamente genial.

Jungwon sonrió al halago y se aproximó a buscar los labios que lo hacían perder la cordura.

-¿Ahora es mi turno? -preguntó el azabache sin vergüenza, sabiendo bien que el contrario ahora entendería a lo que se refería

El mayor sonrió de costado y subió al menor a su regazo, acomodándolo a horcajadas.

-Eres toda una perra descarada -burló Heeseung- tu bonita cara de ángel es sólo un despiste para que nadie note lo puta que eres.

Jungwon gimió al sentir las manos grandes apresar sus caderas con fuerza.

-¿Puedes follarme de una vez? -pidió en un jadeo.

El pelinegro fingió pensarlo hasta que optó por asentir con la cabeza, fingiendo desinterés.

-Bien, lo haré.

La pareja se rindió ante sus deseos carnales, pero antes de que pudieran unir sus cuerpos, un estruendo proveniente del frente de la casa los sobresaltó.

-Pero qué mierda -farfulló Heeseung, poniéndose de pie rápidamente y comenzando a vestirse torpemente.

Jungwon tomó las sábanas revueltas para tapar su desnudez e igualmente frunció el ceño.

Tarde fue para ellos cuando la puerta de la habitación se abrió de manera abrupta y varios hombres uniformados y armados entraron uno tras otros.

Lo siguiente que ocurrió se volvió un recuerdo confuso y borroso.

Heeseung corriendo a esconder a Jungwon detrás de su cuerpo y amenazando al cuerpo policial con un arma que no recuerda de dónde sacó, un policía apuntando directamente a su pecho. Heeseung recuerda haber cerrado los ojos antes de escuchar el cañón del arma siendo disparado, pero su cuerpo no sintió alguna clase de dolor.

¿Qué más sucedió?

¡Cierto!

El cuerpo de Jungwon cayendo a sus pies, lágrimas escapándose de sus ojos y un grito de lamento resonando por la habitación.

Luego de aquello cayó de rodillas y atrapó el cuerpo sangrante entre sus brazos.

Lo recuerda tan nítido.

-Heeseungie-susurró el azabache- te amamos.

-Heeseungie-susurró el azabache- te amamos

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