I wanna be your slave - LS

Capitulo IV

''Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.''

-Louis, buenas noches, ¿Cómo va todo, hombre? -. Riley, un médico de 32 años, se acercó a su lado junto a su esposo pegado a su costado, Micah era un fuerte y gran soldado, muchas veces podías quedar anonadado al ver sus 1.98 de altura y sin embargo, era un sumiso de excelencia, su esposo media 15 cm menos, pero aquello no le impedía calentar el trasero de su esposo. Ellos ya no tenían un contrato de por medio, pero lo habían tenido un buen par de años antes de casarse, Louis sabía de buena fuente que ambos hombres compartían una vena exhibicionista. Le tendió la mano a ambos hombres.

-Buenas noches, Micah, Riley... Les presento a Harry Styles. -El rizado les sonrió nerviosamente mientras estrechaba las manos de los dos hombres.

El médico, quien era un buen amigo de Louis, le dedicó una mirada interrogativa, sabía que tenía dudas de quién era el rizado, pero este no era el momento. Se alejaron de la pareja después de una corta conversación e indicándoles que se sentaran a su lado durante la cena, a Louis le caían bien todos sus socios, sin embargo solamente se consideraba amigo de unos pocos.

Saludaron a unas cuantas personas antes de sentir que el rizado se tensaba en sus brazos, ya que no se habían separado en ningún momento. Alejó la vista de Rory, uno de los abogados de la compañía, para mirar la dirección en la que el menor miraba y mordió sus labios viendo a uno de los otros abogados llevar a su esclavo con una cuerda amarrada al cuello, el chico tenía una cadena que pasaba desde el cuello, hasta sus manos y luego directamente a la mano de Loncan. Vestía nada más que unos calzoncillos bastante apretados al cuerpo y desde esta distancia, podía escuchar el tintinear de las pinzas para pezones.

Estudió la cara del rizado y se sorprendió al no verlo horrorizado, ¿era eso un buen comienzo? En cambio lo vio respirar con la boca entreabierta, Louis se preguntó si estaba mirando al chico o estaba más preocupado de ver la unión entre la mano y la cadena o quizás las pinzas para pezones.

Iba a comentarle que era de mala educación mirar de aquella manera. Cuando lo sintió acercarse más a su costado, ¿estaba asustado o simplemente buscaba seguridad?

En caso de cualquiera de las dos, le dio un suave apretón en la cadera y luego dejó ligeras caricias con la yema de sus dedos, miró al frente ya que el dominante venía directamente hasta ellos.

Podía escuchar el sonido de la cadena, moviéndose mientras ambos al caminar. El dominante le dedicó una mirada de molestia y Louis sabía que se debía a algo con el sumiso, al parecer le estaba costando trabajo mantener a raya al pequeño descarado, el castaño lo había escuchado discutir un par de veces con aquel chiquillo.

-Loncan, ¿Qué tal la noche? Veo que has decidido montar tu propio espectáculo. -Louis le dedicó una sonrisa formal y el rubio frente a él asintió con una sonrisa tensa, el castaño se lamentó, muchas veces algunos sumiso creían que desafiando constantemente a los dominantes podían mantenerlos por más tiempo, sin embargo era todo lo contrario en su gran mayoría, aunque eso no significaba que existieran por ahí algunos dominantes que quisieran ser constantemente desafiados.

Los dominantes realmente se sentían satisfechos cuando los sumiso seguían sus órdenes y que tu sumiso fuera tan desobediente decía mucho de tus formas de dominar, lo que llevaba a que otros dominante hablaran de aquello o simplemente mal del sumiso.

Aunque en este pequeño mundo que era su organización, todos podían ser muy amables, también habían muchos chismes y si un sumiso pasaba de mala forma de dominante en dominante, llegaba un punto en que tenía cierta reputación y al final de un tiempo, algunos dominantes esquivaban a aquellos sumisos. No por miedo a no poder dominarlo, sino que después de cierto tiempo estando en el BDSM, mucha gente no tenía tiempo ni ánimos de gastar su vida con una persona que solamente provocaba para recibir nalgadas, aquello ya no era entretenido después de un tiempo.