REVELACIONES - 7 -

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Nos vemos en el mar.

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Los sonidos de las gaviotas por fuera me daban el mensaje de un nuevo día.

Y un nuevo día, me daba el mensaje que tenía que levantarme. Más, cuando las gaviotas están cerca, entonces eso significaba, que estábamos cerca de tocar tierra de nuevo. Y con esto, yo tenía que dar un reporte de todo. Así que aun en pijama caminé hasta la proa, viendo tierra al fondo de ese intenso mar azul obscuro. Viendo tierra comandada por él.

— Capitán Londres, estamos a una media hora de tierra. — dijo mi primer oficial acercándose a mí. — Tenemos listo el botín para nuestro señor, Imperio Británico.

— Prepara el cargamento y las especias. También un muestreo para que pueda llevarle de primera mano.

— Como ordene, mi capitán.

Tenía que arreglarme, así que solo me cambié de ropa, algo más formal. Perfumé mi cuerpo, arreglé mi cabello, lustré mis zapatos, y tomé el cargamento al bajar. Tal vez había dado 10 pasos adentrándome en tierra cuando esa carrosa me interceptó, y las puertas se abrieron. Solo suspiré y subí mientras fui con la guardia real en silencio hasta ese castillo.

— Mi padre...

— Nuestro señor lo recibirá ahora, ya que espera el mensaje que quiera darle, joven Londres.

— ... ¿Él está de buen humor?

— No sabría cómo responder a esa pregunta, joven Londres. — respondió el guardia mientras simplemente miraba a otro lado. — Ha recibido un regalo del señor Francia hace unos días, y se ha visto interesado.

— ¿Cuántos regalos? — pregunté, jugando un poco con mis dedos.

— Dos con exactitud. — respondió el guardia. — Pero, parece que se ha aburrido de ellos.

Y eso solo significaba una cosa.

"El maldito idiota debe estar con un humor de mil demonios."

Y lo confirmé al llegar.

Porque lo primero que pasó al llegar a las puertas del castillo, fue que, al ser abiertas por los guardias, mientras yo aguardaba a unos metros para dejar que hicieran su trabajo. Los vi, a sus dos regalos, un hombre y una mujer, en paños menores, corrían despavoridos, tratando de buscar su libertad, solo hasta escuchar dos sonidos de balas y verlos caer, donde un camino de sangre se acercaba a mis zapatos.

Trague saliva y alce mi mirada, solo para verlo.

La guardia real se inclinó ante aquel hombre, semidesnudo, usando una simple bata, con ese cabello negro y rebelde, con esa piel blanca y perfecta, y los ojos azules más expresivos que hay. Padre definitivamente era hermoso, pero al igual que Lucifer, su belleza es equivalente a lo despiadados que son.

Porque ocupan todo en sus manos, para atrapar lo que quieren, seducirlo y desecharlo cuando desean.

— ¡Londres, bienvenido! — dijo con gran entusiasmo, abriendo sus manos, para que me acercara.

Por siempre MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora