HOMOFOBIA

14K 768 641
                                    

Los golpes siempre fueron fuertes en cada lección, eran parte de la rutina del joven niño ruso que heredaría el imperio rojo de su padre. Le dictaba sin parar las reglas, le golpeaba cuando se equivocaba, y le daba una palmada, solo una, en la cabeza cuando hacia algo bien. Su padre era duro, su padre era fuerte, él lo tenía que ser de igual manera.

Una noche, cuando era un adolescente de 15 años, su padre lo tomo y lo metió en una habitación donde solo había una pantalla y un sofá. Su padre lo sentó y después la pantalla comenzó a reflejar porno, porno sin parar en la pantalla que hizo sonrojar al más joven. Podía escuchar los gemidos de las mujeres, escucharlas en medio del placer, sintió excitación a lo desconocido para él en ese momento, pero, antes de que pudiera disfrutarlo, su padre apago la pantalla, mirándolo.

– No reaccionaste a ello. – dijo, mirando la parte baja de su hijo. – ¿No te excito nada de lo que viste?

¿Qué responder? ¿Era una prueba? ¿Qué era?

– ... No lo vi lo suficiente para poder... excitarme a ese nivel. – respondió nervioso el chico, encogiéndose de hombros.

Su padre encendió de nuevo la pantalla, pero esta vez fue diferente, vio allí, a dos country, era una grabación casera y con cámara oculta por lo que podía notar, pero allí estaban Francia e Inglaterra, besándose mientras se retiraban las ropas. Trago saliva cuando los miro desnudos, ambos hombres, mientras comenzaban a tocarse, se deleitó con sus espaldas fuertes, y con los gemidos del francés, mordió su labio con la primera estocada que le dio el inglés a su pareja, y se sintió ansioso y deseoso cuando los veía gemir sin parar, mientras las estocadas iban en aumento.

Era inexperto en esto, no lo entendía.

Tampoco entendió el golpe a sus partes bajas propinado por su padre. Haciéndolo vomitar del dolor, sosteniendo su miembro duro en sus manos, tratando de protegerse.

– Te excitan dos abominaciones como estas, y no una mujer. Mi heredero no puede ser un marica, Rusia. Así que solo hay dos opciones, o dejas de ser un jodido homosexual, o yo mismo te asesino antes de que contamines todo mi linaje con tu enfermedad.

El chico recibió una lección esa noche, a base de golpes e insultos.

Esos eres que le excitaron, los hombres con otros hombres, era una aberración, era asqueroso, era el dolor en sus partes bajas con cada golpe que le propinaba su padre, era todo eso y más.

Pero, se dio cuenta, de lo hipócrita que era su padre, cuando una noche se levantó por agua, y vio la luz de la recamara de su amado padre encendida. Sus hermanos estaban dormidos, así que, ¿Quién estaba con su padre a estas horas? Camino cauteloso hasta asomarse, y lo vio allí. Un hombre, un hombre de colores tricolor, besando y montando a su padre sin parar, un hombre con un casco de aviación, jadeando y diciendo en lo alto el nombre de su padre.

Un hombre con caderas anchas y cintura pequeña, un hombre demasiado hermoso, jodidamente hermoso, que estaba haciendo jadear y gemir a su padre sin parar.

– ¡Ah! ¡URSS! ¡AH!

– México, más rápido...

Pudo notar las manos de su padre, rodear la cintura de aquel hombre, comenzando las estocadas aún más fuertes, más rápidas, podía ver el deseo en ambos, podía ver cuanto ambos lo querían. Entonces, acabo vomitando en el pasillo. Su reflejo ante la homosexualidad era eso, vomitar, sentir asco y repudio, como le enseño su padre, como debía ser, pero ahora, aquel que le golpeo sin cansancio, se derretirá con ese hombre en su cama.

– No puede ser...

Se dijo a sí mismo, mientras noto una enorme erección en sus pantalones, y acabo corriendo sin parar a su habitación. Comenzó a llorar en silencio, mientras no pudo controlar el deseo de tocarse a sí mismo, imaginando a aquel country tricolor con él, imaginando sus besos, imaginando su suave piel, imaginando ese pecho liso, imaginándose entre sus brazos.

Por siempre MéxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora