"Siembra las semillas de tu nueva vida, deja que el viento se lleve aquello que una vez te convirtió en persona"
—¡Tendría que haberlo sabido! —gritó Hollows mientras arreaba con rabia los caballos— ¡Maldita sea! —chilló.
Tras aquella humillante sesión tan bárbara de latigazos e insultos, mi cuerpo, magullado hasta un extremo irreal; fue trasladado a la diligencia de Hollows. Allí me esperó él, mordiéndose las garras y apartando a los guardias con recelo para examinar mis heridas, enfadado, pero digiriendo parte grande de la culpa por no haber cumplido su palabra, me acostó en los asientos de atrás y tapó el interior, corriendo las cortinas de la propia diligencia. Así mismo, Hollows no tardó demasiado en sacarnos de ahí y llevarnos de vuelta al camino a casa.
Lo que viví allí dentro fue algo digno de un relato que sería mejor hallado en el olvido, a pesar de que Hollows fuese como un talismán reconfortante en aquel momento de plena vejación, mi mente no dejaba de repetir, una y otra vez, la imagen soldada a mi propia alma de Zoila arrebatando mi escasa soberbia ayudado de aquel instrumento del mismo báratro, si existiese un límite a la humillación, este sería mi réquiem.
—Por favor, lince —dijo Hollows desde el asiento del conductor—. Perdóname
Sus palabras resonaron sin gracia alguna por las esquinas de los asientos donde me hallaba, no tenía fuerzas algunas, ni físicas ni morales, para contestar a su llamada con claridad.
—Cuando lleguemos te trataré esas heridas, de nuevo... —suspiró Hollows, claramente preocupado.
Me arrimé a los delgados rellenos de los asientos y abracé mi propio cuerpo, tratando de encontrar un consuelo físico en mi propia carne. Unos minutos después pude notar que habíamos salido de aquel lugar, el frío de la calle me rodeó con ganas, y aunque no pudiese ver el exterior, las luces de la ciudad se colaban por las grietas minúsculas de la diligencia y las ondeantes aberturas de las cortinas, dejando patrones de luz amarillenta bajo el techo de tela.
"Tus Senderos se Cierran, Pronto Dejarás de Ser Líder de tus Propios Confines"
El viaje había llegado a su aparente fin, con suerte me dormí durante el trayecto y pude evitar los pensamientos autodestructivos de camino a la mansión de Hollows. Cuando el carro paró oí los pasos ásperos de Hollows acercándose a mi lugar de descanso, parecía como si su propio padecimiento emocional lo pudiese transmitir solo con sus andares; a pesar de su aparente brusquedad y compostura desapacible era alguien lo bastante susceptible con sus conocidos, al menos conmigo había cambiado. Cuando abrió las puertas sentí la helada temperatura de la tundra, casi como si me hubiera leído la mente, o quizás porque me encontraba desnudo ante este mundo cruel, Hollows me tapó con su abrigo grueso y se inclinó sobre mi para cogerme en brazos, con cuidado de no apretar mis heridas abiertas.
—Siento el espectáculo —le dije, al ver que había manchado de sangre toda la carrocería.
Hollows emitió una ligera risa nasal y empezó a caminar hacia la entrada. Allí nos esperaba el pastor, quien con una preocupación visible y clara como el agua, se acercó a examinarme con cautela, mientras seguía el ritmo de los andares de Hollows.
—¿Qué ha pasado? —preguntó el pastor preocupado.
—El Neverium —dijo Hollows, apartando con suavidad a su pupilo para no tardar en entrar.
Este soltó una expresión de disgusto, entremezclado con una pena ajena.
—El baño está preparado, debemos limpiar sus heridas —dijo el perro, subiendo las escaleras del vestíbulo y dirigiéndose con prisa al baño antes de nuestra llegada.
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La Calle De Las Cortinas de Humo
Mystery / ThrillerEn una sociedad, donde la separación de especies está a la orden del día, uno nunca puede confiar en él que tiene al lado. En Janet's Harbour, capital de uno de los imperios mas grandes del continente leudante, una sociedad eclesiástica que separan...