Capítulo XIII

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Llegamos a casa y Antonio se bajó con la bolsa que trajo de la tienda.

—Ten, para que cenes. Y trata de descansar para que mañana no estés con mareos, que te necesito viva ¿vale?

Tomé la bolsa dudosa.

—¿Gracias? —me reí rascando mi nuca— lo haré. Tú igual, descansa.

—Venga, nos vemos mañana, terca.

—Tú ganas, créeme.

Cerré la puerta de mi departamento y me apoyé del mesón de la cocina pensando en lo que había dicho Lisandro... ¿Qué habrá querido decir? Entre la intriga y la sonrisa que brotaba de mi cara sin tener muy en claro el porqué, me dispuse a comer de lo que Antonio me había comprado, que ni atención le puse a lo que había en la bolsa. Eran macarrones con queso instantáneos, solté unas risas porque la verdad tenía muchos años sin comer macarrones instantáneos, así que sin pensarlo más lo preparé para comer mientras hacía una videollamada con Romina.

Romina atendió inmediatamente, parecía estar esperando mi llamada. Tenía los cabellos despeinados y la cara sudada.

—¿Qué diablos...? ¿Por qué estas así, Romina del Carmen? —Exaltada, con cara de estupefacción reaccioné.

Ella se reía a carcajadas y se escuchaba un ruido de fondo que me estaba matando mi mente, hasta que...

—¡Estoy en la disco, mi amor!

—Pero apenas comienza a estas horas... ¿¡Y tu ya estás así!? —Casi me atraganto con los macarrones, comencé a toser.

—Es que desde antes ya habíamos empezado a celebrar —ella hablaba entre risas, me preocupó su estado.

—¿Celebrar qué, Romina? ¿Qué cosa? —Le repetí buscando su atención, ella veía algo por encima del teléfono.

—¡Celebrar que estamos vivos, Hedel de mi vida! Por cierto, —ahí bajo el tono de voz en susurros— ¿estás enferma? Estabas tosiendo hace rato raro... je, je, te oí, no estoy borracha como crees...

—Me atragante con tus locuras. ¿Con quién estas ahí?

—Estoy con... —Allí se salió de lo que parecía el baño y las luces fueron descendiendo, hasta quedar todo a oscuras y con algunas luces de colores en su rostro— mis primos Joel y Katherine, y unos amigos de ellos. —Ella los enfocó pero todo se veía distorsionado.

—Mira, me le das saludos. ¡Y no tomes tanto! hablamos luego...

Ella no quería que colgara, pero en ese estado sería imposible tener una conversación cuerda, así que solo colgué y le dejé mensajes de alerta para que no se volviera loca.

Fui a la cocina a lavar mi cuchara y a lavarme las manos, me senté en la cama sin quitarme aún las medias, no quería dormir todavía así que me propuse leer un poemario pero, a mitad del que comencé a leer me entró a la cabeza una curiosidad muy peculiar.

En fin, abrí el navegador y comencé a buscar "Cómo leer y escribir en braille", me aparecieron varios videos, incluso cursos para aprenderlo. Con mi curiosidad y mi insistencia en alimentarla, abrí el primero.

Me vi todo el video y de ahí seguí al segundo, el profesor explicaba muy bien y la verdad las ganas de querer aprender surgieron.

Busqué un cuaderno y sin saberlo, o bueno sí, sí que lo sabía, estaba anotando las letras en braille pero en escrito, ya que ni tengo la pizarra o reglón, y apenas estoy empezando.

Algo que me fascinó y quedó haciendo eco en mi mente fue la frase que dijo el profesor "El amor es como el braille, para entenderlo hay que sentirlo.'' Esa frase me pareció tan maravillosa que no dudé en anotarla en la cabecera de la hoja.

Es increíble como podemos llevar nuestras vidas sin entender que hay otras que viven tan diferentes a nosotros... que lo que parece normal y común para unos, para otros es algo muy complicado o hasta imposible.

Me quedé reflexionando, aunque se veía sencillo, me parecía algo tedioso tener que aprenderse cada letra según los puntos de relieve... para mí era algo difícil, para Lisandro es todo lo contrario. Él es bastante encantador, tanto que... la primera vez que lo vi jamás hubiese imaginado que fuese invidente, pero así son las cosas, así es la vida, llena de sorpresas, así como cuando él entró sin tocar la puerta, llegando como si nada... que horror. Es que solo de volver a recordarlo me lleno de completa vergüenza y rabia, a pesar de saber que no me vio. «Debo estar loca pensando demás...».

Continúo repasando lo que acabo de anotar, y me decido en dormir... me propuse a mí misma aprender a leer y escribir braille.
¿Por qué lo hago? Pues, solo me parece interesante este sistema de comunicación y ya que tengo a un amigo invidente, será más interesante cuando yo misma pueda leer lo que él escriba.

—¿Mi amigo? Si Romina me oye me golpea con su chancla... —Sonreí levemente y fui al baño para lavar mis dientes y rostro. Y con la boca llena de espuma, me hablaba en el espejo— Pero, sería super interesante y genial tenerlo de amigo. Lo digo en serio. Romina está muy paranoica.

Los ojos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora