Capítulo XX

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Ya han pasado cuatro días exactos en los que no he ido al Salón Creativo y he evitado los mensajes de Lisandro diciéndole que estoy ocupada. Es que, entre la incomodidad y vergüenza con la señora Ana más la rabia con Lisandro, aunque al final también es mi culpa...

Hoy quedé en reunirme con mi familia para la cena, así que seré yo quien vaya a la residencia donde ellos están, le llevaré los cuentos a Elva y así me quitaré un peso de encima.

La rutina de la semana se basa en trabajos, y al salir... Agregué una nueva actividad.
Ahora me he decidido a aprender braille. Se me ha metido a la cabeza y cuando esto pasa nada me impide continuar.

En mi habitación, con el teléfono en mano y los cuadernos a mi lado, estoy emocionada porque pude conseguir la pizarra y el punzón de braille. Y aquí voy, aprendiendo algo nuevo y así poder leer los poemas del loco pervertido de Lisandro.

El video que miraba en mi teléfono decía lo siguiente:

"Como primer paso apréndete las primeras diez letras del alfabeto. ¿Por qué solo las primeras diez? Porque si memorizas el alfabeto de forma segmentada, será mucho más fácil aprender todo el sistema. Además, estas primeras diez letras constituyen la base de todas las demás letras del alfabeto."

Tan interesante comencé de una vez a escribir según iban dictando y luego de eso a empezar a memorizar cada letra

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Tan interesante comencé de una vez a escribir según iban dictando y luego de eso a empezar a memorizar cada letra.

Por el momento, quise cerrar los ojos, viendo todo negro, es decir, viendo nada, puse mis dedos sobre el papel y sintiendo los relieves que acabé de hacer, sonreí imaginando a Lisandro si se llegase a enterar que estoy aprendiendolo.

Al principio me pareció divertido, pero después me confundí y seguí viendo un vídeo trás otro, y así sucesivamente hasta hacerse las 5 de la tarde.

Me levanté de la cama para estirarme e ir a ver qué merendaba en la mini cocina del apartamento, o piso como le llaman aquí. En mi búsqueda del aperitivo dentro de la nevera, mi teléfono suena y salgo deprisa a ver de quién se trata.

Llamada de "Loco pervertido".

«Si le contestó me sentiré incómoda porque tendré que dar excusas y evadirlo o sino le reclamaré aunque se bien que soy yo la culpable y no quiero aceptarlo. Mejor es no atender».

Dejó la llamada sonar hasta que termina y vuelvo a la cocina para mi aperitivo. Un dulce de leche que había hecho mi mamá se derrite en mi boca, tan exquisito hasta que suena la puerta de mi pequeño departamento.

Extrañada, me acerco a la puerta. «¿Habran venido a buscarme para la cena? Pero, si bien les había dicho que yo iría...»

—¿Quién es? —Pregunté antes de abrir, el título de ser descuidada no pienso seguir teniéndolo.

Nadie dijo nada y volvieron a tocar tres veces la puerta.

Como si no me importara pero, intrigada por el misterio e irritación por molestar y no obstante, no decir quién es... Abrí la puerta rápidamente.

Aquellos lentes oscuros y relucientes como si fueran recién comprados, que me miraban desde arriba, estaban en frente de mí y yo no me lo podía creer. Pero es que, apenas y se había terminado la llamada que el mismo hizo...

—¿Me dejarás si quiera pasar? —Tan tranquilo y como si nada lo dijo.

—¿Qué haces aquí? —Fue lo único que se me ocurrió decir. Titubee un poco y respondí— Claro, pasa...

—Bien, pa' empezar es sorprendente como puedes seguir siendo tan descuidada al abrir la puerta sin saber quién era... También el hecho de que me estuvieses ignorando por teléfono y —recalcó— qué he venido a saber porqué no has ido al Salón Creativo además de evadirnos, obviamente.

Me paré en frente de él como a dos metros, muy sorprendida y sin esperar esta visita. Me crucé de brazos y luego de un breve silencio...

—¿En serio, Hedel? —Dijo con un asombrado irónico— ¿Te vas a reír?

Sí, me dió gracia. Solté unas risas que no pude contener.

—A ver, a ver... Es que tú me llamas y segundos después apareces aquí como si nada. Me sorprendió y ahora sólo me da risa.

—Vale, olvidé por unos segundos que eras Hedel la escandalosa y que estas un poquito loca. —Hizo un gesto con la mano, y luego comenzó a reírse también.

Le indiqué que se sentara y preparé café para ofrecerle mientras me contaba cómo fue que se le ocurrió pedirle a Pablo, su chofer, a que lo trajera hasta acá.

—Listo, aún está caliente. —Lo pongo en la mesita y luego sin saber si tomar su mano y darle la taza o esperar a ver qué él hace o dice... Me siento indecisa y solo por voluntad repentina tomé su mano.

—Aquí tienes. —Repongo en tono bajo.

Vacilo en mi mirada y sonrío. Ahora que conozco a este sujeto se me hace difícil molestarme con él.

En lo que tomamos el café mis ojos detallaban sus facciones, expresiones, gestos y manera de vestir hasta la punta de sus converses... La curiosidad era mayor, y solo quería mirarlo porque, también Lisandro Nariño es bastante atractivo, lo és.

Verle me hizo sentir alegre, cosa que me hizo pensar en lo dichosa que soy de poder tener mis ojos perfectamente sanos.

—¿Entonces, deberíamos de irnos de una vez o nos quedamos aquí? —Preguntó cambiando el tema.

—¿Eh? ¿Para dónde?

No entendía a que se refería.

—Pues a la salida en que quedamos, criatura ¿ya lo olvidaste?

—Pero, hoy no podré... De hecho tengo una cena con mis padres... —me callé de inmediato y reaccioné por instinto sobresaltada— ¡LA CENA!

Me fuí a la cocina mientras escuchaba cómo él soltaba unas risitas con suspiros.

—Descuidada y escandalosa; dos palabras que te describen perfectamente. —Lo oí decir.

Miro en mi teléfono que increíblemente ya son las 7 de la noche.

«¿En qué momento la hora pasó tan rápido? Dios mío, debo arreglarme inmediatamente e irme.»

—Oye Lisandro, debo irme a arreglar...

—Oh, no te preocupes por mi. Ve y tarda lo que quieras que yo te espero aquí.

—¿Me vas a esperar?

—Sí, yo te llevaré a casa de tus padres y así no perderás tanto tiempo en el autobús.

—¿Lo dices en serio?

—Que sí, anda, anda.

Sin pensarlo más me fuí al baño. Me siento un tanto extraña con su presencia aquí pero, es invidente así que no tengo que preocuparme porque vaya a querer pasarse de listo.

Pasan los minutos, pues trato de arreglarme lo más rápido posible. Salgo de mi habitación ya lista.

—Ya podemos irnos.

—Perfecto. —Se levanta y apoya su bastón— Hueles divino, escandalosa.

—Es mi perfume favorito de Tally Mor. —Afirmo con una sonrisa.

—Dato curioso. Enga entonces y vámonos, Pablo nos espera.

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Amixs lectores, perdonen la demora que ahora estoy cuidando de mi abuela y casi no tengo tiempo de escribir :( pero, estoy muy pendiente 🤞 recuerden seguirme en el Instagram para estar al tanto @elimar.lopez.escritora

Los ojos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora