14 - El primer beso

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“Siempre me pregunté cómo se sentiría tocar tu piel. Rozar tus labios y cesar la sed. Tomar tus mejillas y ver mi reflejo, en esos ojos tan bellos…
Que sea realidad es aún más complejo, pero ese brillo aniquila al silencio, con tu beso, con mi beso”.
—Pierre, R.

Aparqué el coche en el estacionamiento de la facultad. Durante el camino Amanda no dejó de hablar sobre lo bien que fue su cita con Vera. Habían ido a tomar helado y la muy traicionera me confesó que pidió menta granizada luego de decir que no le gustaba —sin haberla probado antes, ya que se negaba a aceptar mi gran gusto—, y había cambiado de opinión.

Amanda enamorada era algo hermoso para ver, después de que estuviera tanto tiempo afligida por su última relación, que comenzara algo nuevo, me alegraba a mi también.

Éramos dos tontas perdidas, los consejos ya no serían tan objetivos.

—Oh no —susurró, cuando estuvimos más cerca del establecimiento.

—¿Qué pasa?

Intenté ver algo que llamara la atención pero no lo hallé. Cuando miré hacia donde ella estaba observando con recelo, me cubrió los ojos de repente.

—¡No mires!

—¿Por qué no?

Mi intriga me estaba carcomiendo el cerebro. Yo no era paciente, y Amanda lo sabía, por lo que no se molestó cuando la aparté con algo más de fuerza de lo normal para poder descubrir aquello que se esforzaba por ocultar.

Fue bastante frustrante, la verdad.

A lo lejos, se encontraban Pierre y Amelie. Y no estaban precisamente charlando o discutiendo. Al menos no cuando yo me fijé en ellos.

Ella estaba muy cerca, y él muy quieto. Parecía abrumado, con sus brazos en jarras, negándose a algo que la morocha intentaba. La boca de ésta se movía sin parar al igual que sus manos, y él cabizbajo, optaba por oír los berrinches sin decir nada al respecto. Pero, en un pestañeo, todo cambió, y mi vista se nubló al ver como la chica se abalanzaba sobre su rostro y pegaba sus labios a los de él.

Pasó en un pestañeo y no pude asimilarlo hasta unos segundos después, y ya no quise ver más, solo me alejé con urgencia, ignorando a mi amiga que corría detrás de mi y entré al primer baño que encontré.

Estaba dejando que me perjudicara, y eso no me gustaba porque era lo que no quería que pasara. No quería sufrir por amor, no quería que me rompiera tan rápido. No lo merecía.

A pesar de que él no había hecho nada malo, no podía dejar de preguntarme el por qué.

¿Por qué lo permitió? ¿Por qué no la alejó? ¿Por qué no fui yo?
Amelie lo había traicionado, lo había sofocado, y Pierre no hizo nada para dejarle en claro que no quería saber más acerca de ella.

Y eso me decepcionaba.

Hacia que me arrepintiera de haberle llamado valiente. Cuando en realidad le faltaba actitud para serlo.

—¿Lev? —Amanda tomó mi rostro, viéndome preocupada—. Escucha, no dejes que te afecte.

—Tarde —murmuré, secando mis lágrimas.

—No lo has visto, pero la apartó —dijo en un intento de consolarme—. La alejó rápidamente.

—No me importa el beso, Amanda.

—No lo parece…

Suspiré, cortando mi llanto. Dejé que el agua fría mojara mis manos temblorosas y con ellas humecté mi rostro. Intenté apagar las llamas en mis mejillas pero fue en vano.

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