─ vamos, Mikey, nos estarán esperando ─Draken esperaba con paciencia a que el más bajito se dignara a recoger sus cosas.
─ ¿por qué no está aquí Satsuki? Estuvo evitándonos todo el día ─infla sus cachetes en un berrinche.
─ faltó ayer, tiene que entregar tareas. ─
─ ¿justo ahora? ─
─ justo ahora. Así que apúrate, o se irán ─tomó la mochila roja del pelicenizo para meter las cosas en ella.
De mala gana decidió hacerle caso a Kenchin, tal vez estaba exagerando. Respiró hondo y dejó salir el aire lentamente entre sus labios.
Salieron del aula directo a la salida para encontrarse con el resto de la ToMan en los casilleros del colegio. Al dirigirse a la salida no fue difícil ver la cabellera carmesí de Natsuki... extrañamente acompañado de un rubio bajito. ¿Quién era ese?
La boca de su estómago empezó a arder cuando vió a Natsu sonreírle apenado al pelos de mango chupado. No quería formar una escena frente a la escuela, aunque le ponía algo desanimado pensar que tal vez Natsuki lo dejó en su aula para estar con aquel chico. Satou los notó cuando estaban lo suficientemente cerca.
─ hola, chicos ─saluda sonriente─. Oh, él es Takemichi Hanagaki, le ayudé el otro día cuando Kiyomasa se trataba de pasar de listo ─presentó al menor al percatarse de la insistente mirada en él por parte de Manjiro.
─ un gusto conocerlos ─hace una reverencia. Lloraría ahí mismo, todos ellos se veían intimidantes.
─ ¿Takemicchi? ─Mikey hace la pregunta al aire recordando el día pasado─. Ah sí, por ti Satsuki quedó lastimado. ─
El rubio pollito se puso nervioso ante la declaración, mientras Natsu le da una mirada desaprobatoria.
─ ¡pe-perdón por eso, Satou! ─hace una reverencia más hacia el nombrado.
─ ya te dije que no hace falta eso. Tranquilo, Takemichi. ─
Se lo había repetido varias veces desde que se toparon en la entrada de la escuela, Hanagaki no paraba de agradecer el haberle defendido ni de disculparse por los golpes que Natsuki recibió.
Con aquella pequeña intromisión sus planes se arruinaron. Se suponía debía ir por el regalo de Mikey y llegar con la sorpresa al santuario Musashi donde sería su festejo. Estaba en problemas. No podía enviar a Baji o Kazutora por ello, se iban a negar como la primera vez en que se los propuso. ¿Por qué querían que justo él lo entregara? ¡Ellos también cooperaron por el regalo!
Además, no podía pasar por alto la mirada seria de Mikey, estaba molesto ¿verdad? Bueno, lo estuvo evitando todo el santo día. Esperaba que con la sorpresa se alegrara un poco al menos.
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Ha estado todo el rato ignorándolo, ¿será buen momento para escabullirse e ir por eso?
─ ¿ya vas por eso, Natsuki? ─la gruesa voz de Keisuke habló a sus espaldas.
