15.

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Los ojos de Michael se iluminaron de una manera extraordinaria que nisiquiera creo ser capaz de describirla con palabras, apenas podía mantener la emoción a raya en cuanto pedimos nuestras entradas para el zoológico.

Minutos antes de que fuera nuestro turno para pedirlas, sorprendí a Michael sacandole la lengua al niño que estaba en los brazos de su madre. El niño empezó a llorar y yo pellizque a Michael por su actitud aniñada.

El solo me miró como si no entendiera el por que de mi agresión, pero después levantó las manos en signo de rendición.

En cuanto entramos, Michael fue directo al puesto de recuerdos que estaba en la entrada, en el había gorros, llaveros y otras cosas varias. Su mirada estaba en un gorro de lana con forma de gato, pronto supe que le iba a regalar en cuanto saliéramos de aquí.

—Pero... ¡Yo lo quiero, Juno!.—Michael refunfuño en cuanto lo aleje del puesto de recuerdos, estaba creando un berrinche, digno de un premio.

—No importa, puedes comprarlo después.

Lo jale hacia los primeros hábitats, los cuales eran los monos.

Michael se quedó mirando hacia un mono, veía como se rascaba y jalaba el cabello de otro de ellos. En su cara había una sonrisa en cuanto volteo a mirarme...

—¿Lo notaste? su cabello es negro y su cara también... tiene los ojos razgados.—Dijo entre risas.—¡Es Calum Hood!.—Gritó el, mientras soltaba una gran carcajada. También reí, más por el hecho de que literalmente se estaba muriendo de la risa.

—Payaso.

—Ya, ya, lo siento. Fue inevitable, y tienes que admitir que fue gracioso.—Dijo aquello apenas logrando mantener la risa dentro de sí.

La verdad es que si me había causado risa, solo que ya era un loco, no debía haber dos.

—Lo fue, si. Pero no insultes al pobre mono.

Michael volvió a reír, llamando así la atención de personas que pasaban por ahí.

—Michael, te aseguro que más de uno aquí piensa que estas loco.

El me sonrió, de alguna manera su sonrisa era cálida.

—Te lo he dicho antes y te lo vuelvo a decir, Juno. No me interesa lo que dicen las personas de mi, su opinión es malditamente irrelevante.—Después de decir esto salió corriendo en dirección a otro hábitat, detrás de él salí yo persiguiendole.

Pasamos por el hábitat de los murciélagos, el cual estaba bastante oscuro y era un especie de túnel. Después el de las aves. Cotorros, guacamayos, y pájaros de diferentes tamaños y colores exóticos estaban en aquella gran jaula. No pude evitar soltar un comentario divertido al estar ahí...

—Michael, ¡Bienvenido a casa!

La cara de Michael fue bastante cómica al escuchar mi comentario, fue una clase de indignación, combinada con toque de humor. El empezó a acercarse a mi, por instinto empecé a correr, pero no fue posible huir de el. Gracias peso, enserio.

Michael me abrazo y empezó a hacer cosquillas y picar mi estomago, algo que, por supuesto... odio.

—¡Michael, basta!.— Mis manos empezaron a moverse para tratar de alejar sus manos que hacian movimientos chuscos en mi estomago. —¡Odio las cosquillas!

Me era imposible hablar por las cosquillas, tenía bastante miedo de que mis piernas flaquearan y callera a al piso. Estúpido Michael. También odiaba un poco el hecho de que de seguro muchas personas nos estaban mirando.

Fat» Clifford❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora