Fat» Clifford❀

09.

— ¿Entonces el pato te persiguió? Mierda, que miedo.

— Si, ya déjalo. Creo que fue mi peor experiencia con los animales.

Michael caminaba por la bardita de la fuente del parque creando equilibrio con sus manos, hacia rato que habíamos terminado de correr, eran aproximadamente las 11:30 de la mañana. Al parque habíamos llegado a las 9:00 y habíamos empezado con el ejercicio que nos había inculcado el nutriologo.

Vaya que me era difícil controlar mis respiraciones, todo era difícil, lo era, pero Michael siempre estaba ahí, ayudándome. Casi terminábamos la segunda semana y bueno, ambos bajamos un poco de peso. El bajó 1 kilogramo en la semana pasada y yo baje 1.75 kilogramos, un buen avance para ser nuestra primera semana, el pesaje de esta semana será el día de mañana, domingo.

Michael se había estado riendo un poco sobre mi historia sobre el pato. Menuda mierda, odiaba recordar como aquel animal salvaje saltaba sobre mi hombro tratando de ahuyentarme.

— Deja ya de pensar en el, ya fue, déjalo ir.

— Mierda, Michael, sí te hubiera pasado a ti, te aseguro que te hubieses orinado en los pantalones. — Solté frustrada y tratando de no levantar la voz.

— No lo creo, tal vez un bien susto pero hasta ahí, déjalo ir Juno, no te atormentes más. — Pude notar como una esquina de los labios de Michael se elevaba. Vaya que no sabía por lo que yo había pasado.

De pronto el se sentó y me indico con la cabeza que me sentara con el, o eso entendí yo.

Me senté a su lado, Michael pasó su brazo por mis hombros y empezó a acariciar en dónde sus dedos le permitían acariciar, sentí un cosquilleo en la boca de mi estómago y di un pequeño respingo por la nueva sensación.

— ¿Qué pasa?.— Pregunto el mirándome con una mueca graciosa ante mi comportamiento.

— Sentí algo raro... ¿Estas intentando algo conmigo, Michael Gordon Clifford?

— ¿Que dices? No. — Una pequeña risa salió de sus labios. Tal vez era mi imaginación pero pareció que Michael le acababa de temblar la voz.

— Mierda, se sintió bien... — Murmure para mi misma.

— Juno, me molesta que murmures, ¿Que dijiste? Somos amigos, dijiste que me confiarías todo. — Dijo y quitó su mano de mi hombro para agarrar mi mano. Volvió la maldita sensación.

— Nada. — busque una excusa para liberarme de ese pequeño problema. — No seas exagerado Michael sólo dije que "Mierda que frío hace" No te ocultaría nada.

Me rependi mentalmente ante lo ridícula que me había escuchado.

Los niños corrían y yo parecía idiota al estar viendo cada cosa que hacían, la mano de Michael se posicionó en mi cintura y vaya mierda. Me removí incomoda por su tacto, pero estaba más incómoda por el hecho de que me gustaba su tacto, me hacia sentir bien.

— Juno, ¡Un pato!

La tranquilidad se esfumó, yo brinque pero lo hice para atrás en donde estaba la fuente. Mierda.

— Ea, está bien que tengas calor pero la fuente no es para refrescarse. — Escuche aquello una vez que había asimilado todo y sabía que estaba con los pies en el agua y con el cuerpo mojado. Michael rio, y pronto supe que el tal pato no existía.

— ¡Maldita sea Michael! ¡Estaba disfrutando malditamente bien pasar contigo! ¡¿Por que jodidos lo arruinas?! ¡Mie.....! — La mano de Michael tapó mi boca, impidiendo que siguiera con mi reclamo.

— Así qué... ¿estabas disfrutando?. — afirme con la cabeza. — Pues, pensaba invitarte al Zoológico, puedes "Disfrutar" el viernes por la tarde sí aceptas. — Una sonrisa inundó sus labios. Retiró su mano de mi boca y yo salí de la fuente, de mi cuerpo caían los chorros de agua pero aún así me volví a sentar en la orilla de la fuente.

— Me estas invitando ¿enserio?

— Jamas había hablado más enserio en mi vida ¿Aceptas?

— Me encantaría.

— Genial, vamos te puedes enfermar. — Tomó mi mano y caminamos de regreso a casa.

Ignoramos el hecho de que a mi se me quedaban viendo y al principio me caía de la vergüenza, pero después Michael pronuncio aquello que hizo que cambiara de parecer y caminara segura...

«¿Por qué nos importaría lo que las personas dicen? Su opinión es irrelevante, la que importa es la tuya y la mía»