El idiota inteligente

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Al día siguiente tuve que despertarme muy temprano, me cercioré de recoger cada pedacito de la nota que había roto ayer y asegurarme de tirarlos por el inodoro. Un error tan pequeño como ese podría salirme caro.

Con lo que se refería al broche, no tenía ni idea de que hacer con él.

Podría quedármelo, lucía como una posesión valiosa y significativa; pero eso sería riesgoso...

Como te mueres por lucirlo ante todos.

Claro que no.

Ajá

Saqué el broche debajo de la almohada y me lo puse en la parte interior de la túnica. Me aseguré de que estuviera bien ubicado, antes de salir de mi habitación.

Podía sentir el ligero peso que este ejercía. Cada que caminaba el tocado del broche golpeteaba contra mi pecho.

Bajé las escaleras algo presurosa. Noté que no había muchas personas en la sala común. No obstante, me quedé helada cuando visualicé que mi Daphne estaba despierta, sentada en uno de los sillones, escrutándome con la mirada.

Aquello me recordó la más grande preocupación de ayer: la charla de Malfoy con mi hermana.

Observé como hacía un gesto para que la acompañase. A medida que me acercaba, mi corazón comenzaba a martillear cada vez más rápido en mi tórax. Las palmas de las manos me comenzaron a sudar, mientras trataba de regular mi respiración, con el fin de esconder a como de lugar mi nerviosismo.

—Veo que hoy has madrugado —le dije con diversión a Daphne, mientras me sentaba a su lado.

De inmediato me arrepentí, pues vi como ella no correspondía a mi pequeña broma. Su mirada no había cambiado, de hecho, intensificaba su crudeza.

Lo siguiente que mi hermana soltó, hizo que mi corazón se detuviera por un segundo:

—Ya lo sé todo.

Me quedé sin aire en los pulmones.

En menos de una milésima de segundo, me imaginé como sería mi futuro.

Podía ver a Daphne gritando, mientras me reclamaba por qué había faltado a mi lealtad hacia su mejor amiga. Segundos más tarde, Pansy se enteraría, porque obviamente mi hermana se lo diría, estaría siempre de su lado. Toda mi vida se derrumbaba cuando Pansy le contase a sus demás amigas y estas correrían el chisme, asegurándose de que todo el alumnado de Hogwarts lo supiera. Ginny seguramente me repudiaría, y bien merecido me lo tendría. Sería la hipócrita que hablaba peste de los tipos elitistas como Malfoy y salía con uno. Theo, era obvio que, al igual que mi hermana, apoyasen a Pansy. Tal vez, solo tal vez si tenía suerte contaría con Alexander; pero él era nuevo, era Slytherin a la final...

Y Malfoy...

Lo más seguro es que él tampoco se quedase.

Así de fácil había perdido a las personas que más me importaban.

No puedo perderlos a todos.

No puedo.

Todo sería una maldita pesadilla.

—Daphne... —susurré al borde del pánico. Mordí mi labio inferior, pues comenzaba a temblar.

Respiré, como si eso fuera, a calmar mis crecientes nervios. No lo hacía, el silencio de mi hermana empeoraba mi situación y paranoia.

—No me molesta en absoluto —continuó. Su semblante se había relajado—, solo que, si me hubiera gustado que tú me dijeras, que Snape te asignó a Malfoy como tutor. No tenía idea de que anduvieras mal en Pociones —explicó con franqueza.

The cursed girl from Slytherin +18 (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora