La caída del príncipe

193 16 1
                                    

A principio de semana, la noticia que alteró a todas las casas comunes era que: Katie Bell, la chica que hace meses había sido atacada por el collar encantado; había regresado a clases.

Cuando se apareció en pleno Gran Comedor el día lunes por la mañana, todo el mundo la rodeaba, preguntándole sobre su experiencia cercana a la muerte. El tumulto era tal, que podría asegurar, que era mayor, al de aquel día en el aula de Historia de la Magia.

Yo no era una gran amiga de Katie antes de su accidente, pero de algo estaba segura: aquella chica que se apreció en el Gran Comedor ese lunes, no era para nada la misma que había dejado Hogwarts hace meses.

Bell estaba muy cambiada. Ese día la observé por varios periodos de tiempo, y en la mayoría tenía un semblante moribundo, una mirada perdida, incluso sus manos temblaban cuando intentaba agarrar algún objeto.

Además, no era la única que había notado esos cambios. Llegué a escuchar, de sus propios compañeros de casa, que Katie apenas podía pronunciar palabra alguna. Ellos consideraban que Katie había quedado algo desequilibrada, y la verdad es que no podría estar más de acuerdo.

Hoy era miércoles de mañana, habían pasado dos días de la llegada de la Gryffindor; pero aún así la gente seguía hablando de ello.

Estaba en el Gran Comedor, como era de costumbre a estas horas, junto con Pansy y Daphne. Ambas escuchábamos la misma cantaleta que Pansy repetía desde hace dos días: "Estoy harta de que hasta los de Slytherin centren su atención en Katie, ahora la gente la encuentra interesante... No sé por qué la gente encuentra atractiva a esa demente bola de pelos grasosos"

—Creo que estás siendo un poco dura con la chica —la interrumpió mi hermana, dejando a un lado el emparedado de jamón que estaba por comer—, acaba de llegar de San Mungo, ya se les pasará Pans —agregó, restándole importancia.

No podía estar más de acuerdo. A lo mucho podría durar una semana.

—¡Es que no lo entiendes! —chilló Pansy, llamando la atención de unos cuantos a nuestro alrededor—, incluso hasta Urquhart siente lastima por la chica, ¡Urquhart Daphne! —dijo con exasperación, dejando caer la cuchara dentro el bicher de avena que estaba comiendo.

Pansy dejó salir un suspiro exagerado.

Side eye

—Pero no es... —iba a decir Daphne, pero es interrumpida por Pansy.

Observé como mi hermana rodó los ojos.

¿Qué les pasa a esas dos?

—Cállate Daph, aquí viene —le dice, refiriéndose al pelinegro que se acercaba por nuestro lado.

Aparentemente, ese era Urquhart.

—¡Urquhart! —lo llama Pansy.

Ay no, ¿qué está haciendo?

Fobia social activada.

Basta.

—¡Hola chicas! —dice Urquhart acercándose hacia nuestra mesa. Noto como Pansy se estira y acomoda el cabello de una manera tan obvia.

A veces resultaba un tanto cómica.

—¿Cómo estamos para ese partido de Quidditch el sábado? —pregunta Pansy, coqueteando de una manera tan descarada.

No puedo evitar darme cuenta de que mi hermana está incómoda. Era algo en lo que tenía bastante experiencia en diferenciar, solía utilizar la misma postura encorvada cuando llegaban visitas no deseadas a casa.

La pregunta aquí era: ¿Por qué?

—¡Ni me lo recuerdes! —se quejó Urquhart. Peinó para atrás su cabellos en un gesto de estrés..

The cursed girl from Slytherin +18 (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora