Capítulo 9

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Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad.

Gálatas 5:19

(‼️TW: Este capítulo contiene escenas sexuales muy explícitas‼️)

Bruno recuperó el ritmo de su respiración después de estar agitado ante su reciente orgasmo.

Miró a Elvira que estaba aún en el piso de rodillas, respirando ya también con más normalidad. Bruno la ayudó a levantar mientras la recostaba en la cama, mirandola con la mirada llena de deseo, quedando arriba de ella, para luego, unirse en un profundo, desesperado y húmedo beso.

Sus labios se movían rápidamente, Bruno disfrutó la suavidad de los labios de esta y lo bien que encajaban los dos.

Una de las manos de Bruno no se quedó quieta y comenzó a tocarla con una mezcla de suavidad y rudeza, que aunque rara, a Elvira le gustaba.

Le gustaba lo impaciente que Bruno estaba por tocarla y también lo apasionada que era cada caricia que le brindaba.

Metió su mano debajo de su falda, acariciando sus muslos y parte de su trasero, apretandolo y haciendo que esta soltara jadeos cerrando los ojos un poco.

Bruno se separó de ella, agitado mientras bajaba al cuello de la mujer, depositando besos más lentos en el lugar.

Era un punto sensible de la mujer, así que comenzó a dar pequeños jadeos y gemidos en cada beso. El canoso bajó aún más el ritmo de sus besos, haciendo tortuoso aquello para Elvira, hasta que de pronto, paró totalmente.

—Por favor, sígueme besando —Dijo en un jadeo—. Por favor —Suplicó

Bruno sonrió mientras volvía a besarla, esta vez dejando ligeras marcas en el cuello de la morena, que ante la sensación, gemía más fuerte.

Elvira rodeó con sus piernas las caderas de Bruno, mientras se rozaban despacio con todo y ropa. Elvira pudo sentir el bulto de Bruno entre la tela de sus pantalones.

Bruno dio un jadeo ronco mientras se rozaban, sin dejar de dar besos en el cuello de Elvira, para de repente, lamerlo con suavidad.

El canoso fue bajando sus besos hasta donde la piel de Elvira era visible por la blusa, mientras iba bajando despacio, sin dejar de mirar a Elvira, quien seguía acostada.

Bruno comenzó a retirar la falda de la mujer con suavidad, hasta quitarla por completo y dejarla a un lado, seguido de la ropa interior de esta, dándole una vista preciosa y erótica de la intimidad de la mujer, que estaba algo humeda ya, pero no lo suficiente.

Dio unos besos en los muslos de la mujer mientras con sus manos abría un poquito más las piernas de la mujer, acercando su boca a la vulva de esta.

La mujer tembló solo de verlo acercándose a su entrepierna mientras se mordía el labio despacio.

Bruno pasó su lengua por la vulva de esta, mientras un gemido sonoro salía de la boca de Elvira.

Bruno saboreó aquello, mientras volvía a hacerlo, sosteniendo un poco las piernas de la mujer, quien se retorcía y gemía de placer a cada lamida que Bruno le daba.

Perdóneme, porque he pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora