Capítulo 22

193 31 9
                                    

Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.
Salmo 23:4

Bruno y Elvira iban por el bosque, a paso apresurado, estaban nerviosos y asustados, pero también esperanzados en vivir la vida libre que siempre quisieron.

Siguieron caminando, mientras Elvira iluminaba el camino, cuando de repente escucharon gritos, vieron atrás, mientras veían gente iluminada por linternas y antorchas.

Asustados, corrieron con todas sus fuerzas mientras la gente corría atrás de ellos.

Pepa iba atrás de ellos tratando de detener al pueblo enfurecido perono tenía ningún éxito.

Elvira vio cómo comenzaba a llover, pero esto no evitó que los dos se detuvieran.

—¡Por el amor de Dios! ¡No los lastimen! —Pepa gritó mirando a su madre.

Los demás Madrigal se unieron para tratar de detener a la gente, pero era imposible.

Elvira y Bruno llegaron a una parte baja del río, tenían que cruzar esa parte de agua para seguir su camino.

—¡Mamá! ¡Elvira está embarazada! —Gritó Pepa alcanzando a la mayor de los Madrigal.

Alma se quedó inmóvil al escuchar esto y volteó a ver a la gente mientras miraba también a su hijo y a Elvira tratando de cruzar el río con terror, un fuerte recuerdo se le vino a la cabeza: A ella cruzando el río con Pedro la vez que escaparon de su hogar.

La matriarca corrió al frente de la turba enfurecida.

—¡Deténganse! ¡Alto! —Gritó Alma volteando y dándose cuenta que Pablo traía un arma.

Este apuntó directo a Elvira, Pepa miró esto, mientras trataba de detenerlo.

Un disparo se escuchó, haciendo eco por todas las montañas, la gente se quedó en silencio, Pepa con terror miró hacía donde estaba su hermano y Elvira.

Bruno sintió como Elvira se desvanecía en sus brazos, el disparo de Pablo había dado en el abdomen de la mujer.

Bruno la sostuvo entre sus brazos mientras comenzaba a gritar por ayuda.

—No, ¡No! ¡Ayúdenme! ¡Se los ruego ayúdenme!

Alma se quedó paralizada ante la escena, mientras miraba como Elvira se desangraba en los brazos de su hijo.

Pepa corrió a su hermano mientras ambos trataban de controlar la hemorragia en el abdomen de la morena.

—¡No! No te vayas de mi lado, no me dejes solo —Bruno miró a Elvira, quien estaba helada y pálida, sus ojos comenzaron a brotar abundantes lágrimas.

—Estarás bien... —Elvira habló en un hilo de voz mientras estiraba su mano débilmente y acariciaba la mejilla de Bruno, este negaba con la cabeza mientras lloraba intensamente.

—Te amo, no me dejes, no voy a poder vivir sin ti

Pepa gritaba por ayuda y por Julieta, quien se acercó corriendo.

—Te amo... —Dijo en su último aliento mientras cerraba sus ojos para siempre.

Bruno la miró mientras comenzaba a llorar más, moviendola, desesperado porque despertase.

—Elvira, ¡Elvira! ¡No! —Bruno comenzó a gritar de dolor mientras abrazaba el cuerpo sin vida de su amada.

Pepa se puso a llorar también mientras el cielo comenzaba a llover.

Perdóneme, porque he pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora