Capítulo 16

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Bruno y Elvira se separaron al escuchar la puerta. Ambos se miraron mientras volvían a escuchar que alguien tocaba.

La morena rápidamente fue hacía la puerta mientras Bruno daba un suspiro de frustración de que los interrumpieran.

Elvira abrió la puerta mientras veía a Mercedes y Aurora, sus dos amigas.

Las tres al verse, se abrazaron de inmediato.

—Supe que Pablo intentó de nuevo llevarte con él —Dijo Mercedes sin soltarla.

—Y también todo lo que inventó —Aurora la miró mientras se soltaban— , por eso venimos a verte, ¿Estás bien?

—Sí, solo estuve algo asustada —Suspiró— Pero estoy mejor —Las miró suave.

—¿Por qué no pasan? —Bruno tocó el hombro de Elvira mirando a sus dos amigas, esta dio un respingo el sentir su mano— Pasen un rato. —Sonrió.

—No queremos molestar, Padre, no se preocupe —Mercedes habló.

—No es molestia, pasen.

Las mujeres pasaron mientras los cuatro se dirigían a la cocina, estas se sentaron y Elvira comenzó a preparar café.

—Doña Alma me comentó que tal vez pueda divorciarte, ¿Es en serio? —Aurora preguntó emocionada.

—Eso creo —Elvira también sonrió— . Espero que sí, aunque nada va a cambiar con Pablo aquí —Miró abajo.

—¿Por qué no lo sacamos todos a patadas del pueblo? —Aurora dijo mientras todos daban una risita— ¿Qué? Es una buena idea.

—No sólo es él, también es toda su familia y... No sé, es más fácil que me vaya yo —Les entregó una taza de café a cada quien.

Las amigas de Elvira siguieron hablando mientras Bruno se quedó pensando, irse sonaba como una buena idea. Él ya había estado en la ciudad, era agradable estar allá y era mejor, por todos los avances que había allá.

Un fuerte sonido de un trueno lo sacó de sus pensamientos.

—Ay no, la ropa que tengo tendida —Elvira dejó su taza en la mesa mientras se iba rápido al patio de atrás.

—Debe ser mi hermana que está regañando a uno de mis sobrinos —Bruno miró a las amigas de Elvira refiriéndose al clima— Voy a ayudarle a Elvira, ahorita regreso.

Bruno se levantó de su asiento mientras iba al patio de atrás. Vio a Elvira de espaldas, bajando alguna ropa del tendedero mientras la lluvia comenzaba a empapar su vestido y su cabello ligeramente.

No pudo evitarlo y la abrazó, esta por la sorpresa dejó caer algo de ropa que tenía en los brazos dándose la vuelta y mirandolo.

—Eres raro —Elvira lo miró a los ojos.

—¿Por?

—Primero me dices que ya no quieres nada conmigo y después vienes y me abrazas.

Bruno se sintió avergonzado.

—Lo siento.

—Sólo quiero que seas claro en lo que sientes por mi —La morena acarició las mejillas del sacerdote.

—Traté de reprimirme pero no pude, no puedo dejar de adorarte o de amarte —Soltó de pronto— Es más el amor que siento por ti, que todo el miedo que este pueblo, mi familia y la religión me infunde.

Elvira le sonrió para luego acercarlo y besarlo.

Este cerró los ojos tomandola de la cintura, disfrutando de aquel beso.

Perdóneme, porque he pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora