Capítulo 13

212 28 4
                                    

Es mejor refugiarse en el señor que confiar en el hombre.
Salmos 118:8

A la mañana siguiente, Bruno se encontraba en la mesa, con las manos juntas, mientras oraba despacio, murmurando lo que decía. Este pedía y rogaba a todo lo divino, que lo aconsejaran, que lo hicieran razonar sí estuvo bien o mal el dejar a Elvira.

La oración de Bruno se vió interrumpida cuando Elvira entró a la cocina y chocó con la mesa, mientras daba un quejido enojada y de dolor.

—Maldición —Renegó la mujer sobandose la cadera donde se había pegado.

Bruno abrió los ojos mirandola, el rostro de la mujer se veía furioso, con el ceño fruncido y la boca de igual manera, otro poco más y Elvira sacaba fuego de tan molesta que estaba.

Bruno no dijo nada, sabía que él era el culpable y sí hablaba la mujer se iba a molestar más. Este trató de concentrarse de nuevo en su oración pero era imposible

Esta comenzó a sacar cosas para hacer el desayuno, mientras hacía algo de ruido.

Una cuchara se cayó al suelo haciendo algo de ruido, Bruno brincó ante el estruendo mientras la miraba.

—¿Podrías guardar un poco de silencio? Trato de rezar —Bruno dijo aún con los ojos cerrados y las manos juntas.

Esta lo volteó a ver furiosa y este abrió los ojos algo asustado.

Elvira apenas iba a decir algo, pero el timbre sonó. Bruno fue casi corriendo a abrir para no tener que enfrentarse a la furia de la morena.

Vio a su madre al abrir, esta venía más arreglada de lo normal.

—¿Má?

—Hijo, quiero invitarte hoy a comer a la casa, a ti también Elvira —La matriarca habló entrando a la casa.

—¿Y eso por qué? —Bruno arqueó una ceja confundido.

—Porque me sentí muy mal al dudar de ti con los chismes que inventó el pueblo —Alma tomó las manos de su hijo—, también porque hoy llega un familiar de Mariano y quiero que estén presentes.

—Pues, por mi está bien —Elvira habló mirándola.

—¿Cuándo será? —Preguntó el canoso.

—Ahorita mismo —Contestó sonriente—. El primo de Mariano acaba de llegar a la casa, sólo los estamos esperando a ustedes para desayunar, arreglense rápido y nos vamos.

—¿Eh? —Bruno estaba sorprendido junto con Elvira, pero esta rápido fue a su cuarto para cambiarse y arreglarse.

Bruno fue al suyo mientras se ponía un pantalón negro, una camisa negra y el alza cuello que lo distinguía como sacerdote.

Se ató el cabello en una coleta baja, mientras como siempre, algunos rizos rebeldes caían por su frente.

Elvira optó por ponerse un lindo vestido sin mangas y falda esponjosa color amarillo mientras se maquillaba un poco, también se puso unos pequeños tacones blancos. Se arregló un poco el cabello y salió.

Bruno la miró mientras sentía su corazón acelerarse al ver a la mujer. Se veía tan bonita y elegante.

—Mirate, pero sí eres preciosa —Alma se acercó a ella mientras la tomaba del brazo y le indicaba a Bruno que ya se fueran.

Perdóneme, porque he pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora