Capítulo 18

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Pasaron alrededor de dos semanas, la boda de Dolores y Mariano sería en unos días, así que los Madrigal hicieron una cena familiar.

Para evitar que a Alma de nuevo "se le olvidara" invitar a Bruno, Pepa, Dolores y Mirabel fueron  personalmente a invitarlo a él y a Elvira.

Elvira no quería ir al ser un evento familiar, pero estas le insistieron tanto que terminó aceptando.

Todos salieron de la casa de Bruno, Elvira iba tomada del brazo con Mirabel y Dolores. Ellas estimaban mucho a Elvira, pues esta les había enseñado a bordar y a tejer a ambas.

Las mujeres iban platicando y Pepa y Bruno iban atrás, hablando también.

—Te veo un poco más animado —Pepa le dijo a su hermano.

—Me he estado sintiendo bien —Bruno sonrió.

—¿Seguro qué no quieres contarme algo? —Pepa sonrió mirándolo.

—¿Otra vez con eso, hermana? —Puso una expresión cansada.

—No te enojes, no te enojes —Pepa lo abrazó mientras lo zarandeaba fuerte.

Caminaron hasta llegar a la casa Madrigal, ahí, Alma los recibió.

—Buenas noches, Doña Alma —Saludó Elvira

—Ay Elvira, que bueno que viniste, tienes que decirnos todo lo que pasó con Gabriel —La matriarca la jaló a la cocina

—Pues solamente no se dio nada, Gabriel es un hombre muy amable pero no congeniamos como pareja, solo como amigos

—Que pena, hacían una muy bonita pareja —Julieta habló mientras hacía arepas y cosas que faltaban para la comida.

Bruno, que platicaba con Pepa y sus cuñados cerca de la cocina escuchó aquello.

—Ay mija, así es la vida y el amor, no se puede presionar ni obligar —Alma habló.

—Tampoco separar —Julieta terminó de acompletar.

Elvira asintió con la cabeza mientras seguía platicando con las mujeres.

Después de un rato, mientras Julieta cocinaba y todas conversaban, esta se dio cuenta que le faltaba una especie para hacer la cena.

—Elvira —Dijo Julieta— , ¿Me harías un favor? En mi cuarto tengo un botecito de comino, ¿Podrías traerlo?

—Claro —Sonrió la mujer.

—¡Bruno! —Gritó Julieta mientras el canoso volteba— ¿Podrías acompañar a Elvira a mi cuarto? Va a ir por una especie, pero para que no se pierda

—Está bien —Sonrió mientras ambos avanzaban.

Caminaron despacio subiendo las escaleras, caminando por los cuartos, buscando el de Julieta.

Esta entró mientras buscaba el frasco con las especies hasta que sintió como Bruno la abrazaba por detrás, recargando su mentón en el hombro de esta.

—¿La encontraste?

—Bruno, es peligroso, nos pueden ver —Elvira lo miró un poco

—Es que quiero abrazarte

La morena sonrió mientras se daba la vuelta, con el frasco en la mano.

Se acercó a darle un besito mientras le agitaba el frasco, en señal de que lo había encontrado.

Se abrazaron y se quedaron así durante unos segundos hasta que se separaron y salieron de la habitación.

Caminaron por los pasillos, cuando pasaron por el cuarto de Bruno, el cual era el único que tenía un pasillo y escaleras para entrar, estaba algo escondido.

Bruno la jaló despacio hacía ese pequeño pasillo que hacía que los demás no los vieran, para luego, comenzarla a besar con pasión.

Elvira tardó en reaccionar pero siguió aquellos besos con fervor.

Los labios de Bruno bajaron al cuello de Elvira, dando ligeros besitos en este, la mujer apretó los labios para no hacer ruido mientras Bruno seguía.

El sacerdote metió una de sus manos bajo la falda larga de Elvira, apretando levemente el muslo de esta y subiendo sus besos de nuevo a los labios de la morena.

Esta comenzó a acariciar el cabello de este, embriagada en aquellas caricias y besos que el sacerdote le brindaba. Aparte, lo arriesgado de la situación, hacía más excitante y apasionado todo.

Siguieron los besos unos segundos más hasta que escucharon que alguien daba un sonido de sorpresa.

Los dos se separaron y voltearon llenos de pánico, viendo a Pepa parada en el inicio del pasillo con la boca abierta y una expresión muy sorprendida.

—Hermana, déjame explicarte por favor —Bruno se acercó a la pelirroja.

—¡Lo sabía! —Lo señaló para luego echarse a reír — Lo sabía, maldito pecador

—Hermana yo... —Bruno estaba confundido por la reacción de su hermana.

—Desde el inicio sospeché que te gustaba Elvira por como la mirabas —La pelirroja rió un poco —¿La estabas besando con toda la familia abajo? Cerdo pecador

—Pepa, por favor —A Bruno le tembló la voz

—No es cierto lo último, es broma, perdóname —Pepa lo abrazó fuerte mientras este se echaba a llorar en los brazos de su hermana— Ya sabes como soy de boba, perdón, no quería hacerte sentir mal.

Ambos se sentaron en las escaleras que conducían al cuarto de Bruno, Elvira también se sentó sin saber que hacer.

—Hermano, yo sabía desde antes que Elvira se quedara contigo —Pepa tomó las manos de ambos— Sé que odias ser sacerdote, y sé qué estás enamorado, que están enamorados —Corrigió— Por mi no hay ningún problema, te apoyo y te quiero.

El llanto de Bruno se hizo más intenso.

—Perdón que nos vieras en esta situación —Elvira dijo mirando al piso.

—No te preocupes, he hecho cosas peores con Félix en los pasillos cuando nadie ve —Pepa rió

Ante esto, Bruno dio una risita mientras se limpiaba sus lágrimas.

—¡Elvira! —Julieta habló desde abajo, mientras daba vueltas buscando a la mencionada.

—Tengo que ir a dejar esto, en seguida vuelvo —Esta se levantó mientras corría abajo.

—Hermano, ¿Amas a esa mujer? ¿O sólo es algo carnal?

—No, no, la amo, con toda mi alma... Desde que llegué al pueblo después de mis estudios he estado enamorado de ella y todo este tiempo que hemos convivido, me enamoré muchísimo más —Bruno miró a su hermana y sonrió ligero.

—Yo te voy a apoyar siempre, ¿Sí? No importa lo que mamá o el pueblo diga y más sí estás enamorado.

—Después de la boda de Dolores pienso dejar el sacerdocio, quiero vivir con Elvira como se lo merece, sin que tengamos que ocultarnos.

—Sí quieren escaparse, solamente diganme y Félix y yo los ayudamos —Pepa abrazó a su hermano— Lo único que quiero es verte feliz y libre, mereces serlo.

Los hermanos se abrazaron fuerte mientras ambos se ponían a llorar.

—Te quiero mucho, hermana.

Perdóneme, porque he pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora