(2) 𝑺𝒐𝒃𝒓𝒆𝒗𝒊𝒗𝒊𝒓 𝑪𝒐𝒎𝒐 𝑨𝒅𝒖𝒍𝒕𝒐 & 𝑨𝒅𝒐𝒍𝒆𝒔𝒄𝒆𝒏𝒕𝒆

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Después de completar casi un minuto en su intensa mirada NuNew aleja las manos de aquellos hombros pausadamente. Dedos largos de las mismas cerrados con retraimiento. Hasta que las deposita a las ruedas de su silla. —G--Gracias.— Murmura bajito mirándolo sin saber qué cara darle.

La madre ríe simpática para aligerar el ambiente tenso posando a un lado de su hijo y depositando la mochila de este en su regazo. —Muchas gracias, joven chico. — Ella agradece.

—No hay de qué. — Zee hace una sincera reverencia en honor a ambos.

—Aunque, ¿por qué estás aquí? — La mamá pregunta por su uniforme militar. Bien curiosa ella.

—He venido con mis compañeros de la milicia. Mi jefe debe darle una charla a los chicos. — Va explicando Zee ya apuntando con un pulgar detrás suyo. Al mirar detrás por si mismo para hallar a sus compañeros resulta que ya no están en la entrada de la escuela. Ninguno de ellos ni tan siquiera su jefe. Borra la sonrisa de su rostro poco a poco hasta voltear hacia la madre e hijo con una sonrisa cuadrada incómoda. —Parece que dejarme solo es algo que les gusta jugar conmigo. — Bufa.

—Ouh. Bueno, gracias por todo. Mejor no te demores con nosotros y ve a buscar a tus compañeros.

—¿No necesitarán nada más?

—Estaremos bien, ve.

—De acuerdo. Cuídense. Creo que con suerte y nos veremos otra vez amigo.

Zee le dirige sus últimas palabras al chelista en silla de ruedas con una bonita sonrisa de labios. Guiña un ojo, movimiento en el que NuNew puede jurar escuchó un mágico sonido de estrellita, y el militar a trotadas se marcha. La marcha bajo la mirada de los familiares. —Bien. Es hora de irme hijo. Cualquier cosa sabes que estoy, — Ella se agacha tiernamente al lateral de uno de sus brazos creando un teléfono con sus manos al lado de una oreja. Carita de enamorada dirigida a su hijo. —a una llamada~♡.— Vocaliza en la sonrisa de hermosos dientes blancos.

NuNew sonríe como todo chico enamorado. —Está bien, mamá. Ya me voy.

—Okay.

—Okay.

Responden felices, antes de que él jale para atrás las ruedas de la silla. Con cada jalón desplazándose para enfrente. Acercándose más y más a la entrada a su vez dejando atrás a su madre que con ojos de enamorada observa en silencio a su hijo regresar a la escuela. Esos brazos acolchinados de mujer en sus treintas casi cuarenta arropando su cuerpo.
Inevitablemente le entran ganas de llorar. La punta de su nariz se sonroja como tomate por el nudo que se forma en su garganta. Con un carraspeo y mirando alrededor con los ojos logra evadir el derramamiento de gotas y regresa a la furgoneta.

🎻

La joven detective de veinticinco años está leyendo un expediente. Sentada en la pequeña oficina que tiene alejada de las demás oficinas bien, pero bien al fondo de toda la oficina policíaca en general. Su cabello ondulado cae sobre sus hombros mientras viste una camisa negra sin mangas, pantalones negros y botas negras.

Mientras lee su teléfono no deja de vibrar. Ella desvía la mirada de los expedientes agotada tras veinte vibraciones del maldito teléfono. Por si fuera suficiente en cada vibración el teléfono ilumina su pantalla mostrando los nuevos mensajes de texto.

El causante de todas esas vibraciones era un contacto llamado: "Smart". Tales mensajes provenientes leían cosas como, "¿Por qué no me escribes?" "Vamos, perdón" "Tenía miedo de decírtelo no sabía cómo ibas a reaccionar." Ese último texto la hace rodar los ojos hasta sostenerse la cien frustrada.

DIARIOS DE UN MÚSICO • ZEENUNEW  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora