Introducción «I»

74 26 3
                                    

¡Melgarejo! Muchos le han comparado a los tiranos del Paraguay y de la República Argentina; algunos hasta de la antigua Roma

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Melgarejo! Muchos le han comparado a los tiranos del Paraguay y de la República Argentina; algunos hasta de la antigua Roma. Nosotros que le juzgamos con serenidad, sino amore nec odio, y con la severa imparcialidad de la Historia, no vemos en Melgarejo un tirano cauteloso y tétrico como Tiberio, ni sombrío, suspicaz y neurótico como el doctor Francia, ni un loco con sed de sangre, como Rosas.

Vemos solamente en él, lo que veía nuestro amigo el galano escritor Pablo Subieta : un hombre ingénitamente bueno, en quien las pasiones, los instintos sensuales y las tendencias orgánicas, habían sofocado los germenes de la virtud que una cuidadosa educación hubiese salvado de un naufragio; un hombre, un presidente, que no ha ejercido influencia alguna en la política de Bolivia, porque no ha sido la encarnación de una idea, el representante de un partido, ni siquiera el soldado de una bandera; un fenómeno excepcional como organización y como fuerza de voluntad, del que la educación podía haber hecho una potencia útil, como ha sido una fuerza destructora en su tránsito rápido por la vía pública; un verdadero soldado que ignoraba la ley civil y no conocía más modo de elevación que la fuerza individual; un hombre que, como todos los tiranos, tiene algo de raro, de extraordinário, de superior y cuya vida, hechos, fisonomía y condiciones morales,, merecen el honor de la biografía de la epopeya y del análisis psicológico; un hombre, en fin que, puede ser el personaje interesante de una leyenda histórica con la brillantes de un romance.

II

El general Melgarejo nació en Tarata, departamento de Cochabamba, el 13 de abril de 1820.

Muy joven, niño aún, abrazó la carrera de las armas, en la que sirvió desde la clase de soldado raso. Siendo apenas sargento, ya encabezó una revolución que, fracasada en su cuna, le obligó a tomar el camino de la proscripción.

Todos sus ascensos militares los debió a sus buenos servicios, ninguno al favoritismo.

En la batalla de Montenegro, fue ascendido por su valor y brillante comportamiento. Concurrió a la de la intervención boliviana en el Perú, distinguiéndose por su heroísmo y bravura en todos los combates.

Desde la clase de sargento, reveló cierto aire de superioridad y de marcado ascendiente sobre sus compañeros de armas; ascendiente que sostenía la fama de su valor y una exquisita sagacidad que le era peculiar.

En el trato familiar, nos dicen personas que de muy cerca le trataron, era dulce, amable, jovial y atrayente en alto grado.

Su carácter, sin dejar de ser franco y expansivo, era desconfiado y astuto.

Su nombre figuró en muchas revoluciones y motines de cuartel, de los que, si alguna vez salió triunfante, en muchas otras le abrieron el camino del ostracismo, y en más de una ocasión escapó de ser fusilado.

El general MelgarejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora