¡De frente! ¡Marchen!

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Visitaba un día al general Melgarejo en su palacio de La Paz, uno de los ministros extranjeros; y como le hablase sobre el estado de la disciplina y subordinación que había notado en el ejército, dijo aquel :

— ¡Oh! es tanta que ahora mismo le voy a dar a usted una prueba de ella.

Y llamando al edecán de guardia, le ordenó que hiciera formar, sin armas, el escuadrón escolta y que penetrase éste en el salón.

Efectivamente, entró formado el escuadrón, y Melgarejo colocándolo frente a uno de los balcones, cuyas ventanas abrió de par en par, dio esta voz de mando :

— ¡De frente, paso redoblado, marchen!

Y los soldados marcharon hacia el balcón, llegado al cual, para no interrumpir la marcha, fueron tirándose a la calle.

La disciplina y la obediencia de los soldados del general Melgarejo eran extraordinarias, aunque no las creemos en el grado a que llegaban en los soldados del doctor Francia, el tirano del Paraguay, a quien seguían relevándole la guardia y dándole el parte de ordenanza, hasta tres días después de muerto.

El general MelgarejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora