Denle chocolate

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Una noche en que Melgarejo estaba de muy buen humor y bebía cerveza en su palacio rodeado de algunos de sus amigos íntimos, entró a verle el coronel Molina, hombre bastante sóbrio y honrado. Melgarejo le recibió con todo cariño; con esa exquisita amabilidad que sabía emplear en su trato, en sus momentos de expansión y buen humor, y sirviéndole él mismo un vaso de cerveza, le dijo :

— Tome usted, mi coronel.

— Gracias, excelentísimo señor —contestó éste— a esta hora no acostumbro.

— ¿Y que acostumbra tomar a esta hora, mi coronel? —preguntóle el presidente.

— Generalmente un pocillo de chocolate, excelentísimo señor —respondió Molina.

— Pues que le sirvan chocolate —dijo don Mariano; y acercándose a un edecán, le dio en voz baja esta orden :

— Mande usted hacer ahora mismo una tinaja de chocolate. Yo le enseñaré a este coronel a no despreciar la cerveza.

El edecán salió al punto y la conversación continuó tan animada y alegre como antes.

Pocos minutos después, el mismo edecán presentaba al coronel una tinaja del sabroso chocolate de La Paz. Entonces Melgarejo, cogiendo un vaso de cerveza le dijo :

— Vaya, mi coronel, en su obsequio beberé cerveza y usted me corresponderá tomando chocolate. A su salud.

Y el presidente siguió bebiendo cerveza, obligando al coronel a corresponderle con sendas tazas de chocolate, y estaba resuelto a hacerle concluir toda la tinaja, si el invitado, a la cuarta o quinta taza, no hubiera salido desbocado y hubiera ganado la calle.

Este hecho es muchísimo menos bárbaro y censurable que el que comentó el dictador de la República Argentina, don Juan Manuel de Rosas, con un tal señor Ibarlas, a quien un día convido a comer con él, y le obligó a comerse una servilleta, de cuyas resultas murió.

El general MelgarejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora