A la otra banda o al otro mundo

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Corrían los primeros meses del año 1868 y las excesivas lluvias de aquellos días habían aumentado tanto las aguas de los ríos, que estos estaban, en su mayor parte, invadeables.

Este obstáculo para una marcha, nada importaba al general Melgarejo, quien, en tales circunstancias, se hallaba viajando en coche, de Potosi a Sucre. Al llegar al Pilcomayo, encontró a este imponente río con una crecida formidable. Este inconveniente no intimida al héroe de diciembre, quien ordena al conductor del coche, un yanqui, guapo como todos los yanquis, que aumente un tiro de caballo al coche para que penetrasen en el caudaloso río. Al oír esta orden las personas que iban con el presidente en el coche, trataron de salir de él y esperar en la rivera hasta que las aguas del Pilcomayo bajaran siquiera un poco para pasarlo.

— No, señores —les dijo entonces Melgarejo, incomodado y con energía—, nadie se mueve de aquí conmigo pasan o conmigo se ahogan hoy todos ustedes, —y dirigiéndose al yanqui le gritó : —ponga usted veinte caballos, y ahora mismo, ¡a la otra banda o al otro mundo!

El yanqui obedeció, y pocos minutos después, tirado por veinte caballos penetraba el coche en las ondas turbias y encrespadas del caudaloso Pilcomayo.

Los que acompañan a Melgarejo debieron hacer en aquellos momentos un acto de contricción y esperar la muerte. Los que presenciaban este espectáculo en las riveras dieron al capitán general por muerto.

El coche empezó a hundirse en el río y el agua penetró dentro, bañando al general y a la comitiva; pero la fuerza de los veinte caballos sacó adelante al coche, a la opuesta orilla.

En Sucre corrió, entre tanto, la noticia de que Melgarejo se había ahogado, noticia que llevó un indio. El batallón Colorados, tan célebre en nuestra historia, quizo amotinarse y salió de Sucre precipitadamente en pos siquiera de los restos de su capitán general, a quien encontró en el camino lleno de salud y vida, contento, satisfecho y orgulloso de la proeza que acababa de ejecutar.

Aquel hombre que tantas veces había vencido en los campos de batalla a sus enemigos, acaba en las playas del majestuoso Pilcomayo, de vencer el poder de las aguas.

El general MelgarejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora