Felicidad

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Nozomi

Tenía a Jin en mi pecho abrazado de mi cintura viendo una película mientras yo masajeaba su cabello lentamente, había estado muy triste desde que renunció, este fin de semana me quedaría con él en su departamento, siento que necesita todo mi apoyo, él ama lo que hace, adora a sus pacientes y cada parte de su ser se ha matado por llegar a tener el reconocimiento de ser uno de los mejores neurocirujanos del país, es un logro que se ha ganado y que admiro mucho.

Ahora está en mis brazos sin decir nada dejándose mimar.

—Nozo-chi.

—Jinnie.

Se levantó de mi pecho y me miró a los ojos

—¿Cómo me dijiste?

—Te dije Jinnie.

Una amplia sonrisa se dibujo en su rostro.

—Es la primera vez que me dices un sobre nombre lindo.

Me encogí de hombros.

—Igual no es para tanto.

—Si es, quiere decir que ya estoy ocupando un espacio aquí —señalo mi corazón — me pone de buen humor eso.

—Si decirte Jinnie te quitará la tristeza lo haré más seguido —dije sonrojándome al instante.

—Se me olvidó lo que te iba a decir, ahora solo estoy pensando en besarte y después comerte.

—¿Y si pedimos pizza?

Dije fingiendo inocencia, pero el ya está acomodándose entre mis piernas, se pone de rodillas quitándose la parte de arriba del pijama, su pecho desnudo me erizo la piel mis ojos se fueron a su abdomen siguiendo esa V que se forma en la parte baja. Mis clases de anatomía hubieran sido mucho más fáciles con un modelo así.

—¿Qué estás viendo pequeña pervertida?

—Na..nada —cubrí mis ojos con una mano.

—No hagas eso, entre más tímida te pones más cosas malvadas deseo hacerte.

Tomo mi mano y la llevo a en medio de sus piernas dónde su miembro ya estaba duro. Yo comencé a sobar, debo confesar que me encanta sentir como palpita cuando su erección cada vez es más firme y a él le gusta que lo toque también.

—Nozomi mmmh —su voz gruesa y gutural me erizo la piel —quisiera ser tan delicado como tú toque.

Sus manos subieron por mis muslos, me tomo de las caderas por debajo del camisón y me jalo para poder acostarme totalmente en la cama.

—Pero no puedo ser delicado, este camisón de seda se pega tan sutilmente a ti piel que siento envidia —se inclino hasta llegar a mi oído mientras quitaba mi mano de su bulto y se acomodaba para pegarme su erección a mi sexo —puedo ver cómo tus pezones se endurecen lentamente bajo la tela, además tus calcetas de conejos son el plus de todo el atuendo.

¡Mierda las calcetas!

Pero tenía algo de frío en los pies.

Maldito Jin solo él puede cambiar un momento sexy a uno divertido.

—Si te gustan, la próxima vez solo usaré las calcetas.

—¡Oh! No sigas, me haces desear comprarte de más colores.

Me reí por sus palabras, él sonrió al verme y me acarició el rostro.

—Daria todo lo que tengo por siempre oírte reír así.

—Solo quédate conmigo, no tienes que dar demasiado, siempre sonrió cuando estoy contigo.

—Te estás volviendo muy cursi.

F...UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora