Sano Manjiro

1.7K 60 11
                                    

AU medieval y mágico (?

Todo comenzó con el crujir de las llamas en la hoguera de la vidente del reino, éstas le cantaban una profecía.

Donde decía que pasados los doce años, un joven muchacho nacido en el reino, a la edad de quince, con gran fuerza destruiría todo el reino condenándolos a una muerte lenta entre el furioso fuego de un corazón herido.

El líder tomó una cruel decisión por el bien de su gente, ordenando a sus fieles caballeros asesinar todo niño que tuviera tres años o los cumpliera ese año.

Las madres obviamente no aceptaron y el llanto desgarrador de muchas familias inundó el ambiente con un aura deprimente, cargada de sufrimiento y pesar. Los caballeros actuaban con rapidez, hundiendo sus enormes y pesadas espadas en el débil cráneo de aquellos niños inocentes.

Presos del pánico, la familia Sano ideó un plan para que el menor de los varones pudiera escapar lo antes posible. Aprovechando que el abuelo era encargado de hacer viajes largos al reino cercano para exportar algunas pieles y lana.

Shin'ichiro se encargó de esconderlo entre la mercancía, tomando como ventaja el pequeño tamaño de su hermanito. El plan consistía en dejarlo a cuidado de cualquiera que estuviera dispuesto en el reino cercano, los comerciantes de la familia Akashi podían ser una buena opción por ser conocidos.

Shin'ichiro cuidando de su hermanita en casa, al abuelo no le quedaba más que sacar a Manjiro del pueblo, los guardias en la entrada no solían prestarle demasía importancia a los comerciantes que salían, pero algo que pasó por el alto el viejo de los Sano, es que el rey andaba paranoico con la profecía de la vidente, y mandó a registrar hasta debajo de las piedras para que ningún niño con la edad mencionada anteriormente, quedará por fuera.

Sus ojitos oscuros se abrieron de par en par cuando el encargado de registrar la carreta de topó con él, miró a su abuelo en busca de ayuda pero el juro no conocerlo, pensó que lo había traicionado hasta que vió el movimiento en su mano que claramente le decía que huyera lo más rápido que podía.

Teniendo esto en mente, esquivó con facilidad el agarré del adulto y salió corriendo a todo lo que sus pequeñas piernitas daban, dejando atrás el reino en el que pasó sus primero tres años de vida.

Respirando agitado, miraba hacia atrás asustado, dándose cuenta que un caballero venía en su búsqueda y se estaba acercando más rápido de lo que le gustaría.

De un momento a otro se vio perdido, ya haciéndose una idea de que moriría ahí mismo, no tenía más escapatoria.

A sus espaldas se encontraba el bosque, al cual todos sin excepciones, tenían rotundamente prohibido entrar. Se contaba que existían criaturas extrañas, sumamente peligrosas, incluso llegó a escuchar que el aire de ese lugar era tóxico.

Entonces... Moría en manos de un caballero del rey, o moría envenenado por el bosque, pero de alguna manera debía morir. Al menos eso pensaba.

— Tranquilo, niño... Seré rápido, prometo que no sentirás nada — decía el hombre acercándose despacio, cómo si no quisiera asustarlo. Sin embargo, los ojos de negro profundo pudieron observar como desenvainaba su espada.

Se mentiría a sí mismo si decía que no le tenía miedo a ese hombre, y gracias a ese miedo es que salió corriendo en dirección opuesta, adentrándose al bosque sumergido en la oscuridad y olor extraño.

Pudo escuchar al hombre maldecir en voz alta y arrojar con fuerza la espalda contra el suelo, recibiría un fuerte regaño por no llevar el cuerpo del niño. Mentiría al respecto para salvar su pellejo, seguramente. Alguna excusa, cómo que el fugado era mayor o menor al requisito, así se libraba de consecuencias.

ONE SHOTS • Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora