Chifuyu Matsuno

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Las teclas de su laptop se desprenderían en cualquier momento si seguía tocándolas con esa rapidez, solo pausando cuando necesitaba ajustar sus lentes o darle un sorbo al café.

Trabajar desde casa era más cómodo pero no quitaba lo agotador, sentía su trasero entumecido de tanto estar sentada en esa silla y su cuello dolía un poco por la posición mantenida durante horas seguidas.

Un suspiró pesado salió de sus labios cuando por fin acabó, cerrando el aparato con pereza para luego levantarse de la silla y estirar su anatomía haciendo crujir los huesos de su espaldas.

— Se siente tan bien hacer eso — susurró con satisfacción.

Salió de la pequeña habitación que usaba como oficina, rascándose el abdomen mientras caminaba dirección a la cocina en busca de un vaso con leche.

Escuchando ruidos extraños en la sala, se acercó sigilosamente para averiguar qué sucedía.

Tan tan tantan tan tan tantan tan tan tantan tan tan tantan tan tan tiriruuuu tiriruuuu tantan tan... — cantaba el mayor de la familia.

Sostenía al pequeño de trece meses por una manta que había atado a su cintura, bajándolo lentamente con la mala imitación de la música de misión imposible al fondo. El bebé tenía la misión de agarrar uno de sus peluches, al cual hicieron parecer un objeto valioso que estaban a punto de robar.

— Tengo ruta de escape lista — informó su hija de tres años cerca de una casita que construyeron con los cojines del sofá y las almohadas de todas las habitaciones. Sostenía en sus pequeñas manos un comunicador de juguete, mismo que tenían su hermanito menor y su papá — no hay moros en la costa, repito, no hay moros en la costa, puede seguir avanzando sin problemas, jefe... Cambio — dicho ésto, imitó el sonido del corte que tienen los comunicadores en las películas de acción.

— Estamos llegando al objetivo, informe cualquier avistamiento de policías... Cambio — completamente concentrado en el juego, se había metido tanto en el papel que nunca se percató de la mirada enternecida a una poca distancia.

— Shi... Tanbio — siguió el más pequeño, no entendía del todo lo que decían los otros dos, pero el juego estaba divertido y era muy bueno imitando algunas cosas. Cómo por el ejemplo el «cambio» que decían al terminar de informar algo por el comunicador.

— ¿Que hacen? — preguntó entre risas la mujer, ya habiendo acabado el vaso con leche.

— Shhhh — pidieron silencio los tres al mismo tiempo sin siquiera mirarla, lo menos que querian ahora era una interrupción en su juego.

— Objetivo en la mira... Tomando en 3... 2... 1... — y en el momento exacto cuando el bebé tomó el peluche, pisó con su pie descalzo un patito de goma, este chillando al instante — ¡Oh no, es la policía! — exclamó, subiendo al pequeño que abrazaba el peluche con sus piernas y brazos.

— ¡Retirada, retirada! — exclamó la niña desde su puesto — ¡Jefe, se están acercando muy rápido! ¡Retirense lo antes posible! ¡Repito, retirense lo antes posible! —.

— ¡CODE, PAPI, CODEEE! — gritó el más pequeño.

— ¡Ahí viene la policía! — dicho esto le lanzó una rápida mirada a su esposa, pidiéndole que se uniera sin la necesidad de decir palabras.

Entendiendo claramente la mirada del hombre con el que juró pasar el resto de sus días, se quitó los lentes y los dejó sobre la mesa junto con el vaso vacío. Corriendo en su dirección, logrando que ellos hicieran mismo, esquivando su agarre mientras se paseaban por toda la casa entre risas.

— ¡Los atraparé, ladrones! —.





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A llorar un arcoiris con brillitos se ha dicho.

Bye bye~

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