sólo un poco

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Los ojos de Zulema recorrían con un deseo mal disimulado el cuerpo semidesnudo de Atenea, que se había desprendido de la mayor parte de su ropa para poder tirarse al lago.

- ¿Estás segura de que no quieres venir?

- Prefiero verte desde aquí.

La morena hizo un gracioso puchero con sus labios antes de darle la espalda a la pelinegra, proporcionándole así una visión de sus largas piernas. Tras una leve carrera, desapareció en el agua.

Zulema sonrió ante la libertad que emanaba la personalidad de la morena. Su compañia le hacía sentir... Libre a ella también.

Se puso de pie ligeramente preocupada cuando, tras varios segundos, no vio salir del agua a Atenea. Sus ojos recorrieron velozmente la superficie, pero esta permanecía completamente en calma. Frunció el ceño y no se relajó hasta que, segundos después, la figura de Atenea emergió al otro lado del lago.

Dejó escapar un leve suspiro de alivio, sonriendo ligeramente cuando la joven movió uno de sus brazos para saludarla.

La vio ponerse bocaarriba, flotando en la superficie, con los brazos y las piernas extendidos.

Atenea tenía los ojos cerrados. El agua estaba fría, pero los rayos de sol calentaban su cuerpo, y el contraste era placentero.

Su mente viajó a uno de sus recuerdos favoritos de la infancia: su hermana y ella jugando con las olas en la playa. Recordó lo asustada que había estado cuando la corriente había tirado de lla hacia el fondo, y como su hermana la había agarrado con fuerza para sacarla de nuevo a la superficie.

Llevó la mano a la cadena que colgaba de su cuerpo y dejó escapar una pequeña lágrima. Hacía años que la había perdido, pero el dolor seguía siendo el mismo.

Giró sobre si misma para sumergirse en el agua y nadar hacia la pelinegra.

Esta la vio emerger a un par de metros de la orilla. Sus ojos estaban enrojecidos, pero lo asoció al agua del lago.

- Está buena.

- No me voy a meter.

- No seas aburrida.

- No soy aburrida. Simplemente no he traído ropa para cambiarme.

- Pues quítatela toda - se aventuró a decir, con una sonrisa traviesa que recibió en respuesta un rodar de ojos - Si quieres me doy la vuelta para no verte - añadió, haciendo ademán de girarse.

Zulema la observó unos segundos antes de mirar a su alrededor. Sabía que era prácticamente imposible que hubiera alguien que no fuera ellas allí, pero quería cerciorarse.

- Gírate - ordenó finalmente, justo antes de empezar a desprenderse de la ropa.

La morena obedeció fielmente, alejándose de la orilla sin girar la cabeza en ningún momento.

Cuando Zulema estuvo completamente desnuda se fue metiendo poco a poco en el agua. Suspiró ante el contraste entre su piel caliente por el sol y la frialdad del agua, pero no tardó en lanzarse de cabeza y nada hacia la morena.

Esta sintió como se acercaba pero no se movió.

- ¿Puedo girarme ya?

- Aún no - susurró sobre su oído justo antes de morder suavemente su cuello, provocándole un jadeo, mezcla de la sorpresa y la excitación.

Sintió las manos de Zulema posarse sobre sus caderas antes de que su cuerpo, desnudo, se pegara por completo al suyo. Definitivamente estaba a punto de perder la cabeza.

inesperada {zulema zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora