a mandar, señora

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- ¡Mami!

La morena alejó el teléfono de su oreja ante el grito que el pequeño soltó al otro lado de la linea. Zulema la miró divertida.

- Hola, cariño.

- ¿Estás mejor?

- Algo mejor, sí.

Ya habían pasado dos días desde que Leo había visto a su madre, y aunque le gustaba pasar tiempo con Sole, empezaba a echarla de menos.

- ¿Cuando podré ir, mami? Me gusta la casa de la abu Sole, pero no tengo tantos juguetes.

- Mañana iré a buscarte, ¿vale? Justo después de comer.

Zulema la miró con el ceño fruncido. El dolor de cabeza de la morena había remitido bastante, pero se seguía mareando con bastante frecuencia. Al ver el ceño fruncido de la pelinegra esbozó una ligera sonrisa torcida.

- Bueno, pensándolo mejor, le diré a la abu Sole que te traiga, ¿sí?

- ¡Vale! ¿Zulema va a estar?

- No lo creo, cariño. Tiene que volver a su casa. ¿Por qué?

- Hice un dibujo para ella.

- Se lo podrás dar otro día.

- Bueno... Vale - el silencio al otro lado del teléfono hizo saber a Atenea que su pequeño estaba pensando en si decir algo no. Cuando lo escuchó coger aire intuyó que se había decantado por contárselo - ElotrodíaZulemamecontóunsecretosabías.

Atenea abrió los ojos con sorpresa al no entender ni una sola de las palabras pronunciadas por Leo.

- Cariño, si no hablas un poco más lento, no te voy a entender.

- Dije que... El otro día... Zulema - la susodicha encarnó una ceja al escuchar su nombre salir de la boca del niño - Me contó un secreto.

- ¿Ah, sí? - esta vez fue la morena quien miró a la contraria con una ceja levantada.

- Si, ¿quieres que te lo cuente?

- Los secretos no se cuentan, mi amor, ¿recuerdas?

- Oh... Ya, es verdad. ¿Puedes decir a Zulema que te lo cuente a ti? Así lo sabremos todos.

- Se lo preguntaré, no te preocupes.

- ¡Genial! Ahora voy a tomar un helado, ¿vale, mami? Te quiero.

- Y yo, Leo.

Habló un par de minutos con Sole antes de dejar el móvil sobre la mesilla, haciéndole una aeña a Zulema para que terminara de acercarse.

- ¿Qué secreto le has contado tú a mi pequeño?

- Yo no le he contado nada - replicó en un susurro, apoyando los brazos a ambos lados del cuerpo de Atenea - Sólo tuvimos una pequeña conversación.

- ¿Y de que hablásteis?

- Pregunta personal.

- Ouch - se llevó una mano al pecho con fingido dolor - Está feo eso de usar mis armas contra mí.

- Así ya sabes lo que se siente.

- Idiota.

Con una sonrisa en los labios tiró de la pelinegra para que se pegara aún más a ella y poder así besarla lentamente. Los labios poco tardaron en entrabrirse para dar paso a las lenguas, que ya empezaban a conocerse.

Cuando las manos de Atenea se colaron por el interior de la camiseta de la pelinegra, esta la detuvo.

- Oh, basta Zulema - protestó, apartando a la pelinegra de ella - Sólo me duele un poco la cabeza. Creo que merezco algo más de cariño que unos simples besos.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2023 ⏰

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inesperada {zulema zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora