la base de toda relación

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- Vale, si, estaba con ella -Zulema sacó la olla del fuego de la cocina antes de girarse hacia Saray, cuya sonrisa no podía ser más amplia - ¿Satisfecha?

- La pregunta aquí no es si yo estoy satisfecha. Es si tú - la apuntó con el dedo - Lo estás.

- Eres imposible.

- Me tomaré eso como un no - Zulema salió de la cocina y no tardó en seguirla - ¿Aún no ha pasado nada? ¿Nada de nada? Tengo entendido que una chica bastante... Fogosa.

- ¿Disculpa? - la pelinegra se paró en seco para mirarla.

- Te disculpo - Saray la bordeó para sentarse en el sofá, con las piernas cruzadas - Digamos que durante sus primeros meses en la facultad disfrutó bastante de su vida universitaria. Especialmente en el bar de Joe. Creo que Kabila te podría hablar de ello.

- ¿Kabila?

- Si, la morena de rizos - simuló su pelo con el dedo - La novia de la rubia...

- Sé quien es Kabila.

- ¿Entonces por qué me preguntas?

- Porque no entiendo porque le tendría que preguntar a ella.

- Oh - Saray rio - Porque fue una de las que se acostó con Atenea en aquella época - tan pronto como soltó esas palabras no perdió detalle de la reacción de Zulema. Sus ojos pasaron de la sorpresa a la rabia contenida, lo que hizo que la gitana sonriera aún más. Sí, Zulema estaba celosa. Atenea le gustaba más de lo que nunca reconocería. Maravilloso.

- Bah - se limitó a susurrar la pelinegra, dejándola sola en el salón para regresar a la cocina.

Saray hizo ademán de ir tras ella, pero el timbre de la puerta sonó y fue hacia allí para recibir a Fátima y a su hija.

- ¡Hola, corazón! - abrió los brazos para que la niña se lanzará a ellos, y no tardó en elevarla y dar varias vueltas con ella en el aire - ¿Qué tal la excursión? ¿Te lo has pasado bien?

- Ya te digo yo que sí - respondía Fátima en su lugar, cerrando la puerta y dirigiéndose a la cocina, donde saludó a su madre - Estuvo todo el camino hasta aquí hablándome de su gran amigo Leo - sonrió al ver a la niña ocultar el rostro entre sus manos al escuchar ese nombre.

- ¿Leo? - Saray miró a su hija - Me parece que voy a tener que conocer a ese muchachito. Y dejarle las cosas claras - añadió en dirección a las dos mujeres.

- Saray - Fátima rio - Sólo tiene 3 años.

- ¡Los suficientes!

- Quería traerlos hoy a casa, pero su madre dijo que no podían venir. Es la mujer de la que te hablé - se dirigió a Zulema, que sacudió la cabeza - Es muy guapa.

- Calla, Fátima - gruñó su madre.

- Si, calla, Fátima - repitió Saray - No intentes juntar a tu madre con la madre de ese pequeño Leo. Tu madre ya tiene a alguien ocupando su corazón - añadió con una sonrisa ladina, recibiendo una mirada cargada de molestia y otra de sorpresa.

- ¿En serio? ¿Estás con alguien? - Fátima parecía bastante ilusionada - ¿Has dejado por fin a Raquel? No soportaba a esa mujer - Zulema no respondió a ninguna de las preguntas - Has dejado a Raquel, ¿no?

- ¿Zulema? - esta vez fue Saray la que intervino - No me digas que te has liado con Carrillo sin haber roto lo que fuera que tuvieras con Raquel.

- Dejad ese tono de reproche conmigo - intervino la pelinegra por primera vez - No la he visto, así que no he tenido la oportunidad. Pero tampoco he respondido a sus llamadas y mensajes. Ya pillará la indirecta.

inesperada {zulema zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora