lugar seguro

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El fin de semana transcurrió con relativa tranquilidad. Atenea no volvió a saber de Zulema, y tampoco hizo nada por llamarla. No sabía exactamente como debía actuar, y prefería que fuera la pelinegra quien realizara los primeros pasos. Sobre todo teniendo en cuenta los cambios de humor que podía llegar a manejar.

Fabio la llamó unas diez veces cada día, y todas las llamadas fueron ignoradas con éxito. No tenía pensado hablar con él hasta que se le pasara el enfado y, para desgracia del hombre, sus enfados duraban mucho.

Fue Nerea quien la llamó la mañana del lunes, justo cuando estaba entrando en la cafetería de la facultad para reunirse con Palacios y Kabila. Se detuvo para buscar el móvil en su bolso y no se dio cuenta de que Zulema ya estaba allí, mirándola con más fijeza que de costumbre, en compañía de Saray y Helena.

- Nerea, te juro qué como me llames para decirme que le coja a Fabio el teléfono, te mando a tomar por c...

- No, no es eso - se apresuró a aclarar la mujer al otro lado de la línea. Atenea bufó y esta lo interpretó como una señal de que no le iba a colgar - Vale, si, era eso - reconoció.

- ¿Ves? Por eso no quería tener móvil - pasó por delante de la mesa de la pelinegra sin verla - Me gustaba más cuando no podíais localizarme.

Zulema la siguió con la mirada hasta que esta se detuvo frente a la mesa donde uno de sus amigos, del que lógicamente no sabía el nombre, le tendía una taza de café. Aquella mañana llevaba unos pantalones vaqueros rotos a la altura de la rodilla y una chaqueta medianamente larga llena de dibujos extraños. No era el estilo de la pelinegra, pero no le disgustaba.

- ¿Qué ha pasado?

- ¿Disculpa? - giró la cabeza hacia Saray para encontrarse con una sonrisa llena de sobre entendimientos.

- A ti te ha pasado algo con Atenea - la apuntó con el dedo índice justo antes de ser golpeada - Conozco esa mirada. Oh, sí que la conozco.

- ¿Qué mirada? No sé de que me hablas. y eres muy pesada.

- Algo ha pasado. Lo sé. Tengo un sexto sentido para estas cosas - asintió, dándole énfasis a sus palabras - Y lo sabes.

- Eres insoportable - bebió de su café, y aunque escuchó una carcajada proveniente de Atenea, se obligó a no mirarla. No tenía ganas de que Saray anduviera insistiendo en el tema.

La morena, mientras tanto, seguía atendiendo a Nerea, que no parecía dispuesta a colgar hasta que aceptara reunirse con Fabio.

- Podemos vernos en tu casa, los 3 y Leo. Yo me quedo con él y tú hablas con Fabio. Así será terreno neutral.

- No lo metas en esto - bufó - Además, está en una excursión. No vuelve hasta las 7, así que mi respuesta sigue siendo no.

- Fabio ha perdido su trabajo, y ahora parece que también a su amiga.

- ¿Puedes hacer el favor de no ser tan dramática? - Palacios y Kabila la miraban con interés, tratando de adivinar el motivo de aquel enfado - Hablaré con él cuando se me pase el enfado. Y soy consciente de que ha perdido su trabajo, pero en estos momentos no hay nada que pueda hacer.

- Puedes ir a hablar con Sandoval.

- Oh, sí, es una grandiosa idea - ironizó - Gobierna tu vida, Nerea, no la de los demás. Y no me llames más, estoy en clase - dicho eso colgó, justo antes de lanzar el móvil contra la mesa, con rabia.

- Poco te va a durar el aparato como lo trates así - bromeó Kabila, cogiéndolo para mirar  la pantalla que, sorprendentemente, seguía intacta.

Atenea hundió la cabeza entre las manos antes de suspirar.

inesperada {zulema zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora