el regreso

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El bullicio de los estudiantes de derecho aquel lunes por la mañana era más molesto que de costumbre. Una pelinegra enfundada en unos pantalones de traje negros y una camisa del mismo color se dejó caer pesadamente sobre una de las sillas de la cafetería.

- No tienes muy buena cara - la saludó la única persona que ocupaba aquella mesa antes de tenerle un vaso de humeante café - Algo me dice que el polvo de este fin de semana no ha sido tan satisfactorio como creías.

- No me lo recuerdes - fue la única respuesta que la mujer se dignó a dar antes de sorber del vaso, dejando su labio superior suavemente manchado de espuma - Tengo la sensación de estar dentro de un jodido gallinero - gruñó segundos después - ¿Es que esta gente no sabe hablar un poco más bajo?

- Son jóvenes, Zahir. Déjales disfrutar de la vida. ¿O es que ya no te acuerdas de como eras tú a su edad?

- ¿A su edad? - se hizo la ofendida tras lanzarle una fría mirada a través de las gafas de sol que todavía llevaba sobre sus ojos, a pesar de que el día no anticipaba ni un rayo - Te recuerdo, querida compañera, que sólo les saco 16 años.

- A los de último año les sacas 16 años. A los de primero unos cuantos más - rió - En fin, son jóvenes, y tú ya estás entrando en la cuarent... - dejó las palabras a medias cuando una mano se alzó para golpear su brazo con determinación - De acuerdo, no diré nada más.

Siguieron tomándose el café en silencio, disfrutando de los últimos minutos de libertad antes de una mañana llena de clases que afrontar. Clases de las que no se podían escaquear, pues ellas eran las profesoras.

- ¿Cómo estás mis dos preciosidades?

Ambas mujeres alzaron la cabeza para encontrarse con una sonriente morena que no tardó en sentarse en el borde de la mesa, sin perder la sonrisa. Helena.

Las tres habían coincidido en la facultad, mientras estudiaban derecho, y años después habían tenido la suerte de coincidir en el mismo lugar, esta vez, como docentes. Helena y Saray habían sido las primeras en llegar, Zulema se les había unido 5 años después.

- Traspásale a la Zule algo de tu vitalidad, Helena - Saray dejó el vaso de café vacío frente a ella, ignorando la mirada que la recién nombrada le lanzó - Aunque me parece que lo que realmente necesita es un buen polvo - Helena sonrió - Una buena mujer, ¿sabes? Oh, sí. De esas que te hacen olvidar en que día vives.

La mirada de advertencia que la pelinegra le lanzó no bastó para borrar la sonrisa burlesca que adornaba sus labios, por lo que optó por marcharse. Faltaban sólo 10 minutos para la primera clase del curso y ella aún tenía que pasar por el despacho.

- Me largo - hizo ademán de levantarse y alejarse, pero un grito, que resonó por todo el lugar, la hizo detenerse. Atravesó la cafetería con la mirada hasta que se encontró con un grupo de personas que se habían puesto en pie para, al parecer, abrazar a otra - ¿Qué está pasando aq...?

- Oh, ha regresado - exclamó Helena antes de que Zulema pudiera terminar la frase, girándose hacia Saray, que había seguido la mirada de Zulema, con una gran sonrisa.

- ¿Quién ha regresado? - la pelinegra estaba cada vez más perdida, y realmente no entendía a que se debía todo aquel bullicio.

- Nuestra alumna estrella ha regresado de su año sabático - explicó Saray, poniéndose en pie y señalando, entre la multitud, a una morena de brillante sonrisa. La felicidad que emanaban sus ojos le produjo a Zulema un enorme malestar. Odiaba a la gente excesivamente feliz. Odiaba a esa morena, y eso que ni la conocía - O de sus años sabáticos - puntualizó al recordar que aquel año se cumplían 2 desde la última vez que la habían visto.

inesperada {zulema zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora