segunda clase, segundo choque

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El fin de semana había resultado angustioso para Atenea, y eso se reflejaba en las violáceas ojeras que en aquel momento ocupaban la parte baja de sus ojos. Ni si quiera el café extra grande que había comprado en la cafetería le lograba quitar esa sensación de adormecimiento en la que se sentía desde que se había levantado.

Todavía se preguntaba que hacía allí, dirigiéndose hacia la clase de Zulema Zahir, cuando estaba claro que se encontraría muchísimo mejor entre las sábanas.

Cuando llegó frente a la puerta se detuvo al encontrársela cerrada.

- Genial, llegó tarde - miró su reloj - O ella demasiado temprano.

Cambió el vaso de café para la otra mano antes de sujetar el pomo y abrir la puerta, encontrándose con la mirada de todos los presentes fija en ella.

- Llega tarde.

Buenos días, ¿qué tal está? Yo muy bien, gracias

- Soy consciente - replicó mirando a su profesora, que se encontraba sentada sobre la mesa, con las piernas y los brazos cruzados. Aquel día llevaba unos pantalones vaqueros, ajustados a sus piernas. Un estilo extraño en ella.

- ¿Va a pasar o tiene pensado quedarse en la puerta el resto de la mañana?

Un coro de risas acompañó la pregunta de la pelinegra, y Atenea estuvo tentada de dar media vuelta y pegar un portazo. Pero no lo iba a hacer. No le iba a dar esa satisfacción a esa molesta mujer.

Se adentró en el aula con un portazo y caminó directa a la última fila.

- En la primera fila atenderá mejor.

Se detuvo entre dos mesas antes de darse media vuelta y volver a avanzar, esta vez en dirección a la profesora. Al llegar a la primera fila ocupó una de las sillas que quedaba libre, justo al lado de un chico.

Satisfecha, Zulema continuó con la clase.

- Dos días llevás viniendo y ya le andás cayendo mal.

Atenea giró ligeramente la cabeza para encontrarse con la sonrisa torcida de su compañero. No lo había visto nunca por la facultad, pero tenía unos ojos azules muy bonitos.

- Creo que eso es algo que ambas tenemos en común - respondió en el mismo tono.

- ¿Te cae mal la profesora Zahir?

La morena se encogió de hombros. Ni bien, ni mal.

- Soy Martín, por cierto.

- Atenea.

Se estrecharon las manos sin ser consciente de que unos brillantes ojos verdes los estaban atravesando con rabia.

- ¿La pareja de la primera fila quiere que le traiga unas velas? Para dar un ambiente más romántico a la cita.

Zulema sentía su sangre hervir al ver a la morena ignorarla por completo. Cuando se dirigió hacia ella y sus miradas se encontraron, esta tenía una sonrisa divertida en los labios, como de cierta burla.

- Disculpe, profesora - respondió el chico que estaba a su lado. Era su alumno y ni siquiera sabía como se llamaba, pero tenía muy claro que ese año no le aprobaría la asignatura.

- Ni una palabra más.

Atenea intercambió una mirada con su recién amigo antes de centrar la atención en lo que la pelinegra escribía. Tomó notas de algunos detalles que le resultaron interesantes, pero poco más. No respondió a ninguna de las preguntas que Zulema formulaba, a pesar de que se sabía todas las respuestas.

inesperada {zulema zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora